(Artículo confeccionado para A Planeta por alumnas de Ciencias Ambientales de la UAB: Mònica Allué, Maria Boguña, Clara de la Cruz, Aina Lara, Alba Mani y Anna Toribio)
Indonesia es un país que tras la imposición de ajustes estructurales para paliar su presunta deuda, se entregó de lleno al extractivismo, y con ella fueron sus selvas, los lugares en los que habitaban las comunidades, sus cultivos y todos su recursos. Se lo entregaron a empresas mineras, madereras y a empresas que cultivan la palma africana de aceite. En los últimos cincuenta años en Indonesia se han perdido cerca de 74 millones de hectáreas de selva.
Una de las islas y enclaves menos desarrollado capitalísticamente de Indonesia es Papúa, la parte sudoriental de la isla de Nueva Guinea (la otra parte es independiente, bajo influencia australiana). Esta provincia goza de una gran biodiversidad biológica y humana, con muchos pueblos y lenguas que la habitan, así como la tercera selva tropical más grande del mundo, después del Amazonas y la cuenca del Congo.
Además de extender sus dominios, Papúa es para indonesia una colonia de la que extraer recursos. Por ello, sus fragmentadas comunidades se han ido agrupando para resistir todos los atropellos que se cometen sin su consentimiento y que les afectan directamente. Así surgió el Organisasi Papua Merdeka (Movimiento Papúa Libre).
En la región de Merauke el Estado impulsa desde 2011 un gran proyecto de agrícultura intensiva, el Estado Integrado de Alimentos y Energía de Merauke (MIFEE) para la producción de arroz, maíz y azúcar, y cultivos energéticos. En la zona asignada se encuentran bosques primarios y protegidos, zonas residenciales y asentamientos indígenas.
“Ahora nuestros terrenos de caza han sido convertidos en plantaciones de árboles”
El distrito de Merauke en Indonesia es un lugar conocido por sus extensas selvas y bosques, donde pueblos nativos vivían en harmonía hasta la llegada de las multinacionales agroindustriales que conllevó la destrucción de las selvas y el destierro de las tribus.
El conflicto empezó en 2010 con la aparición del proyecto MIFEE (Merauke Integrated Food and Energy Estate) propulsado por los grandes inversores extranjeros que trajeron a Merauke el engaño de dar a conocer su agricultura a nivel mundial a cambio de la explotación de sus tierras. El proyecto tiene como objetivo abastecer de alimentos la población indonesia y la exportación. También incluye la producción para uso energético: ocho plantaciones de palma aceitera de 266.000 hectáreas para biocombustible y siete plantaciones industriales de árboles (acacia y eucalipto) de 594.000 hectáreas como biomasa.

Así se planea ocupar 2,5 millones de hectáreas, de las cuales 1,2 se sitúan en la zona forestal protegida de Merauke. Esto implica que un cuarto del distrito quedará cubierto de monocultivos para satisfacer el mercado internacional sin importar sus consecuencias. A pesar de la presión de los inversores, la evaluación ambiental de planificación espacial-provincial del proyecto determinó que no cumplía con los requisitos y quedó paralizado.
En 2014 Joko Widodo llegó a la presidencia de Indonesia prometiendo en su campaña electoral proteger la esencia natural de Merauke. Casualmente, un año más tarde se dieron una serie de incendios forestales en la zona destinada al proyecto MIFEE dejando miles de hectáreas sin vegetación. Este suceso facilitó a las multinacionales la apropiación de las tierras, para así exprimir los nutrientes del subsuelo y generar su máximo beneficio.
Una vez iniciado el proyecto, Joko Widodo envió las fuerzas militares a la zona tribal y los expulsó de su hogar abusando de sus derechos. De este modo, aunque lucharon incansablemente contra esta decisión, más de 130 poblados indígenas fueron desalojados. Uno de los poblados más afectados fue el de Marind, formado por las tribus que viven en comunidad como los Kaize, Gebze, Balaigeze, Mahuze, Ndiken y Basik-basik.
Durante generaciones, estas tribus han convivido de manera armónica y ordenada gracias a un sistema donde se reparten entre ellas el mantenimiento de las tierras y la racionalización de las fuentes de agua. Para estas tribus es de gran importancia la conservación de sus costumbres, así como el respeto a la naturaleza, que la perciben como medio de interconexión con sus ancestros. Por esta razón la consideran sagrada y de importante conservación.
Aparte de suponer la pérdida del lugar natal, el proyecto MIFEE también ha causado una crisis alimentaria para los indígena. El organizador de las comunidades locales afirma que “en el pasado, nunca teníamos dificultades para conseguir carne, porque en Merauke había ciervos y canguros. En los pantanos había peces. Sin embargo, ahora nuestros terrenos de caza han sido convertidos en plantaciones de árboles; nuestros bosques de sago han sido talados y nuestros peces de pantano han desaparecido”. Estas declaraciones nos demuestran que las potencias extranjeras se han llevado por delante los recursos alimentarios de las tribus.
En el proyecto MIFEE también hay implicadas empresas que aprovechan los residuos de biomasa originados por la deforestación de hectáreas adicionales a las quemadas, transformándolos en energía. Este proceso conlleva la contaminación del agua que llega a los poblados por los cursos fluviales. El pueblo Zanegy está sufriendo los efectos de las enfermedades intestinales y epidérmicas a consecuencia de agua contaminada, como también la desaparición de los animales, lo que ocasiona una falta de alimento y, por lo tanto, una desnutrición generalizada que afecta mayoritariamente a los niños y niñas causando su muerte.
Delante de esta injusta situación muchas entidades y organizaciones han querido unirse a la lucha contra este proyecto que atenta contra los derechos humanos, tribales y ambientales. Han contribuido a la divulgación y denuncia a nivel internacional mediante distintas acciones, como por ejemplo la petición de la ONG Salva la Selva a Joko Widodo, con la intención de acabar con el proyecto, que termina con la siguiente cita: “Sr. Presidente, no deje la soberanía alimentaria en manos de las grandes empresas. Fomente el pequeño campesinado, comprométase con los derechos humanos, y especialmente los de los indígenas. Defienda la naturaleza biodiversa de Papua.”
Pese a todas las movilizaciones de las tribus y de las entidades y organizaciones a nivel internacional, actualmente el proyecto de los monocultivos sigue su curso. En distintos sectores repartidos por la región de Merauke se sobreexplotan numerosas hectáreas que pertenecen a áreas protegidas.

El proyecto MIFEE no solo destruye el ecosistema de la región de Merauke, sino que también viola los derechos humanos de aquellos que se ven afectados por las agresivas acciones de las empresas multinacionales.
Para poder luchar contra esta injusticia se necesita de una organización y coalición de las respectivas fuerzas en contra del proyecto MIFEE, así como también una mayor divulgación de la situación actual para hacer visible el conflicto, y poder así, involucrar a las grandes organizaciones internacionales de apoyo a los derechos humanos y del medioambiente. De esta manera, también se exige al gobierno un posicionamiento en contra de las multinacionales.
Por otro lado, también es necesario desmantelar el falso mito con el cual el proyecto MIFEE prometió la soberanía alimentaria del país utilizando la mínima energía posible. De esta manera, lo que pretende es avanzar con la explotación agrícola sin el obstáculo que le supone la legislación ambiental.
Además, el hecho de otorgar remuneraciones monetarias a los miembros de las tribus no compensa el daño ambiental en su totalidad, ya que muchos de ellos son irreversibles y los estragos que han causado perdurarán en sus tierras indefinidamente
Un anciano de Zanegy dijo “El agua tiene ahora un sabor diferente”, nada volverá a ser igual.
REFERENCIAS
- AWAS MIFEE (Tracking the Merauke Integrated Food and Energy Estate) https://awasmifee.potager.org
- www.farmlandgrab.org
- https://ejatlas.org/conflict/mifee
- Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales. «Relanzando la destrucción en Papúa: proyecto agrícola de monocultivos amenaza tierras y medios de vida indígenas» (07-08- 2015)
- Papúa en la mira de la agroindustria
- Papuarraren mezua: «Oihana desagertuz gero gizadia desagertuko da» (Pello Zubiria, Argia)
- Alarming photos reveal devastating scale of rainforest destruction in Papua New Guinea
- Mamberamo Madness – Progress and Resistance in West Papua Do or Die Issue 8. page(s) 225-228
Más sobre Indonesia y los cultivos de palma africana:
- Deuda ecológica vasca y biodiversidad global
- Vídeo: Euskal Herria –La deuda oculta
- Por el final del uso de aceite de palma africana en todos los ámbitos. Karmele Llano y Martin Mantxo. Gara
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