Desde A Planeta nos sumamos a la condena de la muerte de la activista contra la minería de carbón sudafricana Mama Fikile Ntshangase, y mandamos un abrazo solidario a su familia y a su organización, Organización Comunitaria de Justicia Ambiental Mfolozi (MCEJO). Su lucha es una inspiración para nosotras y no olvidaremos su compromiso con su comunidad y con el logro de la justicia social y ambiental. Desde aquí nos reafirmamos también en difundir esta trágica noticia a nivel internacional, para que la lucha de Mama Fikile Ntshangase no sea en vano, y se una a la de tantas personas luchando por la supervivencia de sus comunidades y del Planeta, y de esas que han dado su vida por ello. En el 25 aniversario del asesinato de Ken Saro-wiwa y otros 8 activistas ogoni en Nigeria, exigimos el fin de la violencia contra activistas, y reiteramos que el extractivismo, el capitalismo es violencia y es muerte, y por ello hay que oponerse a él y construir alternativas desde nuestras comunidades y a nive global como Mama Fikile hacía.
De sobra es conocido el papel que juega el carbón en la matriz energética sudafricana, e igualmente el de la industria extractiva en ese país. La minería ya ha demostrado cómo actúa ante opositores, bien sean sidicalistas, ambientalistas o comunidades afectadas. En 2012 tuvo lugar la masacre de Marikana en la que fueron asesinados por la policía 34 trabajadores que exigían mejoras de sus condiciones.
El 22 de octubre de 2020 Mama Fikile Ntshangase fue tiroteada por cuatro pistoleros en su casa de Mtubatuba, provincia de KwaZulu-Natal (Sudáfrica), por oponerse a la expansión de una mina de carbón. Mama Fikile formaba parte de la comunidad de Somkhele, que vivía cerca de la mina de carbón Tendele, propiedad de Tendele Coal Mining (Pty) Ltd, una filial de Petmin. Ella era vicepresidenta del grupo local de la Organización Comunitaria de Justicia Ambiental Mfolozi (MCEJO), y como tal no estaba dispuesta a firmar un acuerdo con la empresa para retirar los casos judiciales relacionados con sus operaciones existentes y los planes de expansión propuestos, que desplazarían a 21 familias de su tierra ancestral. Cuando rechazó el soborno ofrecido por la empresa, ella ya predijo un posible desenlace como el ocurrido: «Me negué a firmar. No puedo vender a mi gente. Y si es necesario, moriré por mi pueblo». En la noche del jueves 22 de octubre de 2020, Mama Fikile fue asesinada a tiros en su casa por cuatro pistoleros.
Los abusos de los derechos humanos contra los activistas ambientales y políticos y los/as defensores de los territorios y los derechos de los pueblos están aumentando en toda África. A medida que la gente sufre los impactos y restricciones en la salud de la pandemia del Covid-19, las empresas transnacionales han seguido expandiendo sus actividades extractivas (mineras, petroleras y de gas) en todo el continente. No tienen en cuenta las demandas y los derechos de las comunidades locales, que a su vez sufren desalojos forzosos, acceso restringido a sus tierras, asesinatos y el empeoramiento de los efectos del cambio climático, consecuencia directa de la explotación de los combustibles fósiles.
Los Estados y gobiernos que se supone deben proteger a sus pueblos están cada vez más a merced de la influencia de las empresas, lo que permite que los pueblos que luchan por defender sus derechos y sus territorios de los proyectos de extracción se enfrenten a intimidaciones, asesinatos, secuestros y detenciones. Como las empresas transnacionales también actúan constantemente para debilitar la legislación y su aplicación a nivel nacional, los pueblos luchan por acceder a la justicia a través de los sistemas judiciales nacionales y prevalece la impunidad de las empresas.
El 27 de octubre de 2020, la organización GroundWork envió una carta a diversas autoridades de Sudáfrica, en la que solicitaba una investigación rápida y urgente del asesinato de Mama Fikile, a fin de llevar a los responsables ante la justicia. Apoyamos esta carta. Además, pedimos a Cyril Ramaphosa, Presidente de la República de Sudáfrica, así como al Ministro de Policía, al Comisionado Provincial de KwaZulu Natal, al Presidente del Comité de Cartera de la Policía, al Comisionado Nacional de SAPS y al Presidente de la Comisión de Derechos Humanos de Sudáfrica, que se aseguren de que las autoridades encargadas de hacer cumplir la ley investiguen -de manera imparcial, rápida y exhaustiva- todos y cada uno de los ataques o acosos a los defensores de los derechos de la comunidad. Pedimos que se elabore un plan para hacer frente a la falta de investigación adecuada de esos casos. Denunciamos la criminalización y el abuso de quienes ejercen su derecho a la libertad de expresión, reunión y protesta. Exigimos un instrumento vinculante que obligue a los Estados a regular las empresas transnacionales y otras empresas comerciales, poniendo fin a la impunidad de las empresas y de los autores intelectuales de esos delitos.
Nos solidarizamos con la familia de Mama Fikile y con toda la comunidad de Somkhele y la Organización Comunitaria de Justicia Ambiental Mfolozi (MCEJO). Su lucha es una inspiración para nosotros y no olvidaremos su compromiso con su comunidad y con el logro de la justicia social y ambiental.
Amandla awethu!!!