(Euskara)(English) Ilustración: Li Mendes
La clown Julieta Hernández, Miss Jujuba, de 37 años de edad, fue hallada muerta en el estado brasileño de Amazonas. Había estado desaparecida durante 13 días. Mostraba señales de estrangulamiento y había sido violada. Julieta se encontraba realizando un viaje en bicicleta de vuelta a Venezuela para celebrar el año nuevo con su familia.
Julieta llegó a brasil en 2016 y viajaba en bicicleta realizando repartiendo alegría. Así viajó por los caminos del interior de Brasil difundiendo a su paso la cultura del circo y de las mujeres clown siempre en su bicicleta. Su coraje y su alegría de vivir nos inspiran y nos recuerdan que la revolución que tenemos pendiente sigue siendo la ternura.
La organización brasileña Circo di Só Ladies/NemSóLadies es una organización de comediantas que nace a partir de las inquietudes en relación con la desigualdad de género y en busca de un espacio para la mujer en la comicidad. En su cuenta de Instagram publicaron
“Nuestra gran Julieta, nuestra payasa Jujuba, cargaba sus sueños en bicicleta y provocaba sonrisas por todo Brasil. Ella se fue, nos la quitaron. Su vivacidad fue víctima de feminicidio y su bicicleta destrozada, así como nuestros corazones”.
Este viernes 12 de enero se han convocado bicicletadas en muchas ciudades. En Brasil se celebrarán en más de 120. Y en el resto del mundo en otras 30, incluida Bilbo. En Bilbo será el domingo 14 de enero a las 18:00 desde la plaza de Arriaga.
Como expresan las organizadoras de la bicicletada de Bilbo:
«Julieta es una víctima más de esta sociedad enferma que no permite que las mujeres sean libres. En Brasil 5 mujeres mueren cada día por ser víctima de violencia de género. Las cifras a nivel mundial son escalofriantes. Aproximadamente 5 mujeres y niñas son asesinadas cada hora. Su muerte nos toca profundamente como mujeres, como payasas y por los lazos con las compañeras de Brasil, Venezuela y Latinoamérica en general».

Y este es el comunicado de sus compañeras brasileñas:
«Julieta Hernández era artista callejera, ciclista y emigrante. Es esencial que empecemos así esta carta. Porque estos son los lugares de acción, palabra y lucha en los que orbitó su existencia. Eran sus espacios de confrontación, en la sutileza de su dulce devenir, con el sistema. Un modo peculiar y especial de posición y acto.
Julieta era venezolana, activista de la bicicleta, mujer con un proyecto en solitario e independiente de democratización y descentralización de las prácticas sociales y culturales, payasa, escritora y titiritera. Fue veterinaria, protectora de los animales a su paso, estudiante de teatro, entusiasta e e investigadora del Teatro del Oprimido. Julieta fue, y siempre será, una de las mayores referencias de de militancia artística, humana, social e interdisciplinaria que ha visto nuestro continente.
Julieta fue una cicloturista experimentada, con cuatro años de movimiento continuo, articulada en redes de apoyo, responsable y cuidadosa al extremo por su parte. De hecho, Julieta hizo mucho más de lo que debía. Julieta era un ejemplo vivo para toda la comunidad de nómadas que teje esta gran red, tan marginada, estigmatizada e incomprendida. Julieta estaba en la calle, haciendo arte, y puede que tú le dieras la espalda en alguna encrucijada.
Julieta era emigrante. Se burlaba de las fronteras innecesarias, las que parten por la mitad a las personas oprimidos, las que oprimen a la gente por la mitad, que nos vuelven unas contra otras. Julieta respetaba noblemente las fronteras que cuidaban de las comunidades, de los conocimientos tradicionales, de los tesoros contenidos en la vida cotidiana de los bosques, los ríos y los pueblos. Julieta entendió y se relacionó con este debate y lugar de acción como pocas.

Julieta fue una mujer que se atrevió a hacer su propio camino. Por mucho que se articulase en distintas redes, tuvo un ímpetu solitario, hizo uso de su derecho a ser entera, a que su individualidad estuviera impregnada de sus emociones y experiencias. Su lugar de creación y experiencia del mundo era privado y sagrado. Julieta era una mujer valiente con los pies plantados en la realidad y ninguna otra forma de verla es aceptable.
Julieta, como todo el mundo sabe ahora, estaba llena de afectos, amistades y amores. El don y la sensibilidad de la escucha activa y real. Escuchaba, comprendía y hacía lo que debía hacer según sus convicciones. Julieta era una hija al encuentro de su madre. Julieta simplemente iba, porque sabía que yendo es la única manera de llegar.
«Un viaje en bicicleta de una sola payasa… ¿Sola?», nos preguntó Julieta así de cara, desde el título de su espectáculo. Miss Jujuba, los que la conocemos y respetamos su existencia desde hace tiempo, podemos decirle que no. Pero ahora, usted que está leyendo esta carta, que a través de estas palabras ha podido ahondar en los matices de este potencia cuestionadorora, provocadora y poética en su propia esencia, te preguntamos: ¿puedes romper con todo lo convencional y de violencia social que no permitieron a Julieta llegar a casa?

Julieta ya no está aquí. Nos toca pensar: ¿qué haremos por Julieta a partir de ahora? Por un nuevo paradigma de respeto a la individualidad y a la existencia de los cuerpos femeninos y disidentes. Para que el arte callejero sea valorado y reconocido como un lugar esencial en el campo de la acción cultural y social. Por la performance. Por una relación menos consumista con el mundo y sus recursos. Por una empatía hacia los migrantes y su derecho a la circulación y la permanencia.
Cantos, sonidos, risas, palabras, manos de pequeñas acciones animadas, grandes actos de amor, derribando muros con cada pedalada: Julieta fue la poderosa combinación que revolucionó los caminos.
Ve en paz Juli, has hecho mucho aquí.
#JULIETAPRESENTE
Firman como autoras de esta carta:
Luiza Soares @circomuamba y grupos de amigos integrantes del Colectivo Julieta Presente: @pevermei @palhacosalsicha @circodoasfalto @circodisoladies @guadalupemerki
