Guerra de mundos y fracturas extractivas en América Latina

Carta de convocatoria al encuentro virtual de Guerra de Mundos (del 18 de junio al 23 de julio)

 Ilustración: Francisco Papas Fritas / arte gráfican: Bru Pereira

https://guerrademundos.tramadora.net


Extraer metal y ganar dinero, extraer madera y frutos de la tierra. Crear industrias y sus combustibles, plantar a gran escala, dinamitar, convertir la vida y sus relaciones, los ecosistemas en recursos. Cercar, inundar, provocar epidemias e inmunodeficiencias, fracturar el tejido vivo de la biosfera, convertir en energía, ordenar, confinar. Recoger, codificar, analizar, medir, modelar la vida. Conquista. El extractivismo constituye una pieza fundamental de la máquina social, tecnopolítica y productiva que organiza el capitalismo y su política colonial, atraviesa a los humanos y a los otros asemás de humanos e impone un nuevo régimen geohistórico a la vida en la Tierra.

Máquina de Captura fabricando mundos racializados de asfixia e intoxicación. Extracción de mano de obra no remunerada, extracción de vidas de personas esclavizadas o proletarizadas, coacción, simplificación ecológica, chantaje y asco. Xawara. Extracción de datos, hoy en día, en entornos cibermediados, a través de los cuales toda la vida y sus relaciones se ven involucradas, mediadas y medidas, extracción a través de formas digitales de vigilancia que también convierten el conocimiento colectivo, la atención y la vida de los afectos en recursos e información privados. Silicon Valley y los nuevos delirios de expansión extraterrestre suben por el salar de Uyuni en Bolivia, por Chuquicamata en Chile. Imaginan la colonización de Marte para…. la extracción de minerales en el planeta rojo, como afirma abiertamente Elon Musk. Gran tecnología, gran granja.

De la nueva gubernamentalidad algorítmica que pasa por los sótanos de Amazon: las tecnologías de extracción actúan controlando territorios, infraestructuras, deseos, dinamizan la psicoesfera. Riegan las granjas de servidores en la nube que albergan información que sirve tanto a la industria militar como a las nuevas formas de publicidad, pasando por el mercado electoral. Desde la conquista europea de América, o mejor dicho, detrás de cada expansión imperial-colonial queda un rastro de destrucción, destierro y contaminación, tecnologías de apropiación de lo que es de todos o de ninguno. La soberanía moderna está constituida por la ficción de «partir de cero» – frente al «nuevo mundo» la máquina extractiva inscribe en los paisajes, las superficies, los mapas que designan lo inanimado, los «medios» para los fines del Hombre y su Civilización. La política moderna, en clave de progreso y en continuidad con la empresa colonial, secularizó la guerra contra la insubordinación del no reconocimiento de las fronteras entre lo humano y la «naturaleza».

La gramática del extractivismo constituye la economía política de un modelo de civilización. Su éxito consiste en fabricar su propia temporalidad, una flecha del tiempo que lanza un nuevo ritmo y un nuevo mapa para el tiempo geohistórico. La idea de progreso, como parte central de su sistema de justificación y poder, fue capaz de separar un enorme conjunto de modos de existencia como todo aquello que debía ser dejado atrás, preservado como vestigio de un pasado: atrasado, salvaje, anecdótico – como aquello que podía, por tanto, ser exterminado o disfrutado en nombre de la Historia. Antropoceno, Capitaloceno, Plantatioceno: ¿Cómo cartografiar las insistentes fracturas, retomar las historias de la tierra y sus criaturas? ¿Cómo seguir e imaginar nuevas e inesperadas alianzas? ¿Bastaría la noción de «neoliberalismo» para dar cuenta de la Guerra de Mundos actualizada por los extractivismos hoy en América Latina?

Ni utopía romántica, ni fatalismo catastrófico que nos haga bajar los brazos ante tanta destrucción. Proponemos aquí una serie de encuentros de debate e intercambio de ideas, con mesas redondas en modalidad virtual para poner en común la experiencia latinoamericana de lucha y reflexión sobre el extractivismo en la actualidad y la amenaza autoritaria que reaparece en sus diversas manifestaciones. Una conversación abierta dispuesta a compartir una comprensión actual sobre la magnitud del modelo depredador y el lugar de su crítica en el pensamiento de las alternativas políticas.

Una investigación reciente realizada por Fiocruz y WWF en la tierra indígena Munduruku Sawré Muybu, en la cuenca del río Tapajós, al suroeste de Pará, detectó la contaminación por mercurio en todos los indígenas analizados, sin excepción: adultos, niños y ancianos. Se detectaron niveles de mercurio por encima de los límites estipulados como «seguros» en 6 de cada 10 participantes. El garimpo y la minería industrial en tierras indígenas podrían avanzar aún más si se aprueba el proyecto de ley 191/20, que permite abrir las numerosas solicitudes de prospección y minería con el aval del Estado, así como las presas hidroeléctricas, las carreteras y otras formas de invasión. Las acciones de Vale do Rio Doce, por su parte, se convierten en la inversión más rentable del sistema financiero brasileño poco después de que la empresa cometiera uno de los mayores delitos medioambientales de la historia de Brasil. La #PL490 pretende hacer oficial el acaparamiento de tierras como programa gubernamental. El capitalismo del desastre en los procesos judiciales.

En una vasta región que abarca partes de Brasil, Paraguay, Bolivia, Uruguay y Argentina, las empresas de biotecnología, con el apoyo de gobiernos conservadores y progresistas, han impuesto el monocultivo de soja con el uso extensivo de agroquímicos como el glifosato que produce deforestación acelerada, contaminación, deterioro irreversible del suelo y del agua, intoxicación, malformaciones y problemas cognitivos, diversas enfermedades de la piel, cáncer y problemas respiratorios, así como la concentración de la tierra en pocas manos y la destrucción de la variedad de cultivos y de las economías locales. La «República Unida de la Soja», una megaempresa agroquímica suiza se jactaba cínicamente en un informe publicitario. La industria agroalimentaria es un sector que registra una de las tasas de suicidio más altas de Brasil entre sus trabajadores: de 2007 a 2015, se registraron 77.373 suicidios, unos 8.597 por año en este sector. Algunas investigaciones han señalado la relación entre las sustancias químicas presentes en los plaguicidas que actúan sobre el sistema nervioso central y que pueden desencadenar depresión y ansiedad entre los trabajadores. Se ha registrado un aumento del uso de plaguicidas por envenenamiento, por parte de los trabajadores que los manipulan.

En México y Colombia, como en otros lugares, hay un creciente activismo en defensa de las redes de agua y de las aguas subterráneas, contaminadas por la industria o agotadas por la producción de la industria alimentaria. El tren maya, el acueducto Independencia, el gasoducto de Sonora. Proyectos de integración interoceánica, nuevos puertos y ferrocarriles por doquier. En Cajamarca, Perú, la resistencia contra la gran empresa minera Conga dio paso a la organización de los Guardianes de las Lagunas, recuperando las tradicionales rondas campesinas para impedir la expansión de la minería, denunciando la falta de agua, el aumento de las enfermedades y el fraude en las consultas manipuladas y las falsas promesas de indemnización. En Tapajós (Oeste de Pará), el proyecto Arco Norte pretendía transformar la región en un inmenso corredor de exportación de soja del Medio Oeste.

En Chile y Colombia contra el extractivismo vemos a los cabildos del agua, que luchan contra el desvío de los cursos de agua en granjas y empresas agrícolas para la exportación. En defensa de las formas de vida que persisten y encuentran espacio para la supervivencia, las luchas sociales latinoamericanas han enfrentado a los poderes y articulado alternativas en procesos de organización política y resistencia. Los territorios-cuerpo que experimentan con paisajes curativos, proliferan la variedad frente a la destrucción, articulan las inteligencias simbióticas, la multiplicidad frente al imaginario de la escasez de los monocultivos y sus múltiples modos de envenenamiento, eluden, desvían la sanción de los poderosos y desestabilizan las fronteras conceptuales y políticas que separan naturaleza y cultura; lo humano del mundo vivo, hacen emerger otro régimen de verdad.

La expansión del consumo, el crecimiento económico y el desarrollo celebrados en la última década son el resultado del aumento del extractivismo y, en consecuencia, de los conflictos territoriales que surgen con él. Criminalización y muerte de líderes que luchan contra la destrucción y, siempre, el avance sin consulta, la violencia y la guerra de mundos con un vector ligado al mercado y al Estado que empobrece y elimina las diferencias. No hay desarrollo sin destrucción y pérdida, y el discurso del capitalismo sostenible, la promesa de la megaminería responsable o los dispositivos de chantaje que acompañan al discurso de la «compensación» son inútiles.

El extractivismo nos obliga a discutir con los consensos del poder. En el período en que el progresismo latinoamericano gobernó la mayoría de los países de la región, lejos de abrir un debate sobre el modelo que subyace al régimen de acumulación, se impuso un neoextractivismo impulsado por las alianzas con el agronegocio, las inversiones y los intentos de financiar al Estado, las elecciones partidarias o los aliados de poder con la megaminería, las grandes obras. Caminos planificados a la medida de la explotación corporativa y de las necesidades del capitalismo en constante expansión – la política fue sofocada por un juego de intereses que obstruyó las luchas colectivas de la tierra, los mundos que convocan a muchos mundos como testigos de la destrucción y el colapso.

Un mediocre posibilismo ansioso por la subida de los precios de las materias primas fue una puerta abierta a través de la cual vimos la llegada en varios países de una radicalización conservadora que acelera la entrega con participación de los poderes gubernamentales, y la inacción ante lo que se considera una necesidad nacional de crecimiento. El fujimorismo, el uribismo, el bolsonarismo están inequívocamente conectados con los poderes de destrucción local y de beneficio directo de la extracción ilegal que en el progresismo hacían parte de articulaciones y alianzas más complejas.

¿Pueden estas fracturas que nos matan pero de las que también nos servimos ser preservadas o excluidas en cierta medida en un mundo de cooperación? ¿Cómo actuar y convivir con ellos? ¿Cómo interrumpirlas o rechazarlas, como defensa propia, sin dejar de creer en la potencia de la multiplicidad y en muchas formas políticas irrepresentables?

En las venas insistentemente abiertas de América Latina, desde Potosí hasta Mato Grosso do Sul, desde los cuerpos y bienes comunes de la conquista colonial hasta el capitalismo de plataforma, el extractivismo nos constituye y alimenta. Nosotros extraemos para el mundo y el mundo nos extrae a nosotros. El extractivismo corre por nuestra sangre y es el combustible de las instituciones que nos gobiernan: las milicias, los grupos paramilitares, el Estado, el tejido metropolitano y sus cables, la conectividad de alta velocidad, las cañerías que hacen opacas las múltiples formas de extracción. Pero el extractivismo también nos llama a la lucha.

Derribamos las estatuas de los conquistadores y bloqueamos la actividad económica. La colonización vuelve a estar en la escena política de las calles de Chile, Ecuador, Colombia. En la guerra de las mercancías pensamos en una huelga antiextractiva, antiproductiva, donde los mundos enterrados, mal compensados, contaminados, manipulados en falsas consultas y explotados en el robo de nuestro tiempo, sudor e ideas expresan sus rechazos. Rechazos en nuevas complicidades. Nos encontramos con los bosques y los ríos, los códigos abiertos, las formas contracoloniales de las prácticas de conocimiento, en la afirmación multiespecie de los mundos de la vida, de los animales y de las plantas con los que no nos destacamos en el derecho autoasignado de disponer del otro.

La negativa a convertirse en recursos.

Pensamiento salvaje

Link de transmisión del encuentro

https://is.gd/cUjjYB

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https://www.youtube.com/channel/UCXDwBRP4yWtq2vUfeavYdUw

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IS.GD/guerrademundos

 

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