ARTISTA ARGENTINO SE APROPIA DE LA ANTÁRTIDA

Desde que leí el titular en internet me obsesioné con el tema. “¡¿Cómo que un artista se apropia de la Antártida!?”, pensé para mí, “¡A qué vamos a llegar!”. En estos tiempos de empacho informativo, es fácil el informarse, si se quiere. No hay más que ir a internet y buscar (yo no googgelo – a ver si la búsqueda llega a Zuckerberg o el twitt a Errol Musk y les da por intentar algo así ¡Qué mayores excentricidades ya se han permitido!). Pero nada. Sería alguien del pelo de ese Benetton que leí se compró un lago y toda una región en la Patagonia, casi de la misma extensión que toda la provincia de Navarra1. Hay quienes se apropian hasta de islas y atolones; acuíferos y cenotes, de desiertos… ¡Y los vallan! ¡Pero la Antártida?

Contacté con la embajada argentina. No sabían nada. «¿Pero a su gobierno no les consta ninguna transacción llamativa últimamente?», le inquirí. «¡Pero vamos, che! ¿Vos sabés cómo andamos? ¡Menudo quilombo! ¡Aquí las transacciones no cesan! ¡No ves que estamos en proceso de desmantelar todo el país! ¡Aquí lo vendemos todo!». Me quedé absorto.

La vida son coincidencias. De repente, me legó otro titular: «Artista argentino presenta en Alicante su libro sobre la Antártida». En éste sí que conseguí entrar. Alberto Morales es su nombre. Sin encontrar nada que me saciara, me dirijo a los organizadores, la Universidad de Alicante. Después de muchas llamadas, y de redirigirme de una operaria a otra, consigo hablar con un organizador que accede (tal era el el grado de mi interés) a ponerme en contacto con el artista.

Morales estaba en ese momento haciendo sus maletas en Argentina, así que, para no importunarle fui al grano sin tan siquiera presentarme:

– ¿Es verdad lo que leí?

– Sí, sí, estaré en Alicante en unos días!- me contestó Morales.

– No, no. ¡Lo que leí! – insistí.

– Perdone, pero ¿qué leyó?

– Pues eso ¡Que se apropió de la Antártida! – completé.

– Sí, claro. Fue un proceso largo. Lo comencé en 2005, cuando viajé allá. Pasé 40 días sintiendo esos paisajes e interiorizando cómo afectaba el cambio climático en esta parte del mundo. Y cómo comunicarlo, como expresarlo por medio de mi arte.

Había abierto la caja de Pandora: mencionar Antártida, y Morales se lanzó en una explicación incesante. No en vano, desde que arribó a ese continente, la Antártida es parte de su vida, cuando antes ni la conocía. De hecho, su mujer empezó a sospechar. Ya son 19 años con el tema. Porque como me explicaba, esos 40 días fueron de contacto, de conocer la problemática in situ y de inspirarse con sus paisajes, su luz, sus colores…. «Al pisar tierra en la Antártida, me maravillé ante el panorama en escala de grises. Parecía una mezcla de cielo claro y mar oscuro que inspiró mi primera obra de arte allá». Esa la pintó íntegramente en la Antátida. «Lo único que vi era niebla y una rallita blanca que era el sol que estaba saliendo». Pero una vez volvió a casa, se puso a procesar la experiencia, esas 600 fotos sacadas, y a intentar plasmar con su pintura, inspirado por lo vivido. En ello sigue.

«Neblina en Mar de la Flota» ( Alberto Morales, 2005)

El paisaje que cautivó a Morales es un paisaje cambiante, en gran parte por el efecto de la crisis climática: «tuve la experiencia de sentirlo en mi cuerpo, ver el llanto constante de los glaciares y el deshielo, encontrar en la costa durante las mañanas enormes bloques de hielo que me hacían recordar las bellas esculturas de Henry Moore, desprendidos del retroceso de los glaciares que antes llegaban hasta el mar y ahora se encuentran a varios kilómetros dentro del continente».

Absorto por tanta información, intenté redirigir el objetivo de mi llamada: «Pero no le parece indecente apropiarse de un territorio así? Le recuerdo que si tiene intenciones de explotarla para minería, ésta está prohibida indefinidamente por el Protocolo de Madrid, así como la extracción de petróleo y gas».

Tras unos leves balbuceos, Morales consiguió responder «perdone, pero creo que se trata de un malentendido. Yo soy un artista».

– Sí, lo sé. Le he llamado por la exposición», le contesté.

– Pues eso: mi apropiación no es de índole capitalista, sino figurada. Me apropio de sus paisajes y de su situación exclusivamente en mis lienzos, como herramienta de concientización y divulgación de esta terrible amenaza que pesa sobre el mundo.

Gracias a que era una llamada y Morales no me veía, pues se habría reído con la cara de memo que se me quedó. El continuó puntualizando: «Fue una apropiación espiritual y emocional; fue un enamoramiento. No fue una fantasía, no fue una ficción, fue un sentimiento de amor de estar en el lugar y comprenderlo y entenderlo».

Como me explicó la confusión se debía al título del libro que recopiló su obra sobre la Antártida “Al sur del sur, mi Antártida”. Al parecer, algún periodista lo tergiversó dando a ese “mi” un sentido posesivo.

La Antártida, imprescindible para el Planeta

Su estancia en la Antártida correspondía con el Proyecto Cultural Antártico Argentino, con el planteamiento de acercar la Antártida a la población argentina desde otras disciplinas distintas a la ciéntifica. La Antártida es el único continente de la Tierra sin una población humana nativa. Se rige por el Tratado Antártico, siendo reclamada por los países mas cercanos geográficamente como son Argentina, Chile, Australia, y Nueva Zelanda (a los que se suman los europeos Francia, Noruega y Reino Unido), que ocupa una porción de territorio cada uno.

La Antártida, pese a sus condiciones climatológicas y ser tan inhóspita, es una territorio de importancia fundamental para el Planeta, pues de ella depende el equilibrio meteorológico, o como ahora comprobamos con la crisis climática, los niveles de los océanos, o las corrientes marinas (también de gran importancia metereológica y ambiental). El crecimiento y retroceso del hielo marino impulsa la circulación de enormes masas de agua creando e inter-actuando con otras corrientes oceánicas, fundamentales para el clima mundial.

Variación de la masa de hielo en Antártida desde 2002 (Crédito: NASA)

La relevancia de la Antártida es vital, y el grado en el que los distintos ecosistemas inter-dependen e interactuan en el Planeta también, aunque casi siempre nos pasen inadvertidos o los minimicemos (En cierto sentido, son vínculos parecidos a los existentes o los que surgen entre muchas comunidades humanas, activistas y artistas, por mucha distancia que los separe). El efecto que tiene el modificar un aspecto concreto de la vida, tiene consecuencias impredecibles en su totalidad.

Los impactos climáticos se creen que alterarán el medio físico antártico de forma irreversible. Sobre todo porque no hay indicios de cambio drástico ni de una voluntad política suficientemente contundente. En 2019-20, partes de la Antártida costera experimentaron una ola de calor que superó los récords de temperatura mínima y máxima. La máxima más alta fue de 9,2 ° C. Eso son 6,9 ° C más que la máxima media en los últimos 31 años.

Las plataformas de hielo se están derritiendo hasta cuatro veces más rápido (con respecto a finales del siglo XX), debido al calentamiento de la parte superior del océano y la parte inferior de la atmósfera. Entre 1992 y 2017, eso supuso la pérdida de casi 2.700 gigatoneladas (2,7 billones de toneladas) de hielo. Ello provoca también el colapso de grandes plataformas de hielo, lo que conjuntamente supone una subida media del nivel del mar 8 mm. La extensión del hielo marino alrededor del continente también tocó un mínimo histórico en 2016 y otro en 2022. El hielo ártico también es importante porque refleja el calor del sol hacia el espacio.

Pero este cambio climático también afecta a la vida que depende de esas condiciones. La Antártida, por su condición de continente aislado, es un oasis clave de biodiversidad, donde la vegetación (musgos y líquenes) y los animales se han adaptado durante milenios a una condiciones muy concretas que están siendo alteradas rápidamente.

Alberto Morales

Aparte del impacto de la crisis climática, la Antártida también sufre otros correspondientes a la contaminación, el turismo y la creciente presencia humana, y la pesca. La sobrepesca en la zona tiene poco control. Además de pesqueros japoneses, faenan también españoles. Una especie sobre-explotada es el krill. Ésta tiene como principal destino la industria piscícola, pero también el consumo humano en alimentación y para farmaceúticas. El krill es fundamental en la cadena trófica, por lo que su sobre-pesca ha provocado la disminución del pingüino adelaida, pero también afecta a grandes cetáceos como las ballenas.

«Está bien todo ese énfasis en todo lo que es el cambio climático y todo el problema ecológico», me interrumpe Morales, «pero yo específicamente me concentré, por naturaleza, en qué es lo que le pasa al alma del ser humano puesto en un lugar como la Antártida, que es extremo en todo, y en el aislamiento. Sí, lo del cambio climático afecta y lo vi. Pero como no soy científico, me orienté más a la parte humanista, que es lo que me interesa y lo que quiero también comunicar. Lo del cambio climático también lo quiero comunicar desde la parte humanista, desde la protección y del cuidado a los otros seres vivos. Eso es lo que más me interese y me duele, que desaparezcan por la avaricia y por el descontrol de los estados y de las empresas que lo que buscan es ganar guita, rápido y fácil. Y así no funciona la cosa».

(Continúa)

«Caminando por Base Esperanza” (Alberto Morales)
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NOTAS

1La extensión que posee Benetton en Patagonia es de 900.000 hectáreas, mientras que Navarra es 139.000 más, 1.039.100 hectáreas.

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