Ecofascismo – Una introducción

(Euskera)

Carlos Taibo acaba de publicar el libro «Ecofascismo – Una introducción» (Editorial Catarata), un libro en el que profundiza sobre uno de los conceptos que emergen una y otra vez en sus reflexiones. Porque según lo entiende él, el Ecofascismo es una de las posibilidades hacia la que transite el colapso, o de hecho, como el concluye «una forma de colapso», y del que son consecuencia y al mismo tiempo nos abocan las guerras, dos tópicos entre los que transita su análisis.

Por Ecofascismo Taibo no alude a un fascismo ecológico, aunque en sus discursos muchas veces explica como demandas de carácter ecológico pueden convivir perfectamente con fascismos, como explica en el caso nazi (impulsaban la plantación de árboles, fueron los primeros en Europa en establecer reservas naturales y muchos practicaban el vegetarianismo) (1).

Como el propio Taibo expresa «Cuando, en los últimos años, he empleado el polémico término ecofascismo, lo he hecho para identificar un proceso en virtud del cual algunos de los estamentos dirigentes del globo -conscientes de los efectos del cambio climático, de las secuelas del agotamiento de las materias primas energéticas y de la manifestación, en la trastienda, de un sinfín de crisis paralelas- habrían puesto manos a la tarea de preservar para una minoría selecta de la población recursos manifiestamente escasos. Y a la de marginar, en la versión más suave, y exterminar, en la más dura, a lo que se entiende que serían poblaciones sobrantes en un planeta que habría roto visiblemente sus límites.»

Entenderíamos por tanto por ecofascismo el control por una minoría de los recursos naturales del mundo, algo que ya se vislumbra en la actualidad: ante un declive ecológico por la emergencia climática, del agotamiento de recursos (energéticos, minerales, agua, etc) y las consecuentes crisis paralelas. Ese control por una élite lleva primero a la exclusión de unas poblaciones de esos recursos o incluso de sus tierras, a su desplazamiento, a conflictos incluidas guerras e incluidas incluso el exterminio como si se tratara de población sobrante. En esta coyuntura en la que Taibo coloca al ecofascismo, entendiéndolo no como correlativo a existentes fascismos sino resultante de los principales poderes políticos y económicos que continuarán su persecución de más y más riqueza sin importarles la miseria y terror que eso provoca. Algo que ya lo estamos presenciando. Obviamente esa minoría partirá de la existente élite concentrada en los países ricos, pero Taibo entiende, como ya ocurre «que a ellas podrían sumarse otras radicadas en espacios geográficos diversos». En sí, el ecofascismo sería continuación del colonialismo y el imperialismo, que igualmente, tras la supuesta independencia de muchos países sojuzgados tampoco fue eliminado.  En sí también, no dejará de a prácticas características del colonialismo y el imperialismo como la esclavitud o el servirse de poblaciones enteras en un régimen de explotación o el exterminio, la eliminación de los que se entiende que sobran.

 

En ese sentido Carlos Taibo prevé distintos tipos de ecofascismo, según su proximidad al colapso. El ecofascismo anterior al colapso se caracterizará por mantener «las estructuras de poder y represión hoy existentes conservarían incólumes sus capacidades», sin desechar la idea de una nueva guerra mundial porque en esa misma situación podría ocurrir una confrontación en paralelo entre élites. Mientras entiende que después del colapso esas instancias de poder «habrían experimentado un notable debilitamiento». De todas formas, entiende que no sólo competirán sino que en muchos casos, según el interés, colaborarán entre las distintas élites, por lo que opina «que más que hablar de ecofascismo, en singular, habría que hacerlo entonces de ecofascismos, en plural, y de ejercicios de inclusión y de exclusión como el que probablemente se dirime en Ucrania».

Como decimos, las similitudes con actuales situaciones son muchas y como el propio autor deduce, como en el caso reciente de la pandemia, la guerra de Ucrania, la crisis energética y otras muchas consecuencias se van agolpando tan rápido que nos impiden un análisis certero y para cuando comienzan ya estamos inmersas sin haber podido ni preverlo ni remediarlo ni entenderlo. Taibo recuerda la «dimensión represiva que ha acompañado, y acompaña, a la digestión de la pandemia, de la mano de lo que en la mayoría de los escenarios ha sido un formidable ejercicio de servidumbre voluntaria que a buen seguro interesa, y mucho, a los estrategas del ecofascismo«. O igualmente de la crisis no lejana de suministro de materias primas como la de los chips que tuvo como consecuencia la afección de la industria automovilística, o el más reciente ahondamiento de la crisis de  recursos  energéticos que se hará cada vez peor. Como consecuencia de estas crisis tuvimos afecciones en el transporte que supuso un conflicto laboral y social, pero también una reducción del acceso de muchos sectores a muchos recursos con también consecuencias económicas y sociales. Taibo se vale del ejemplo del ejército austriaco que aspira a una «plena autonomía en materia de energía y agua en los cuarteles para desde estos socorrer a una desvalida población civil, víctima imprevista de un apagón general», lo que califica de «globo sonda».

Las distintas élites compitiendo unas y colaborando al mismo tiempo unas con otras, en unos aspectos o en otros, se hace obvia en el actual conflicto de Ucrania, una sociedad y proceso, que pese a su aturdimiento por lo que está pasando, ha seguido y conocido muy bien Carlos Taibo. O en otros casos a asociaciones hasta ahora impensables que Taibo califica de «pintorescas» como el restablecimiento de  relaciones comerciales entre Estados Unidos e Irán y Venezuela.

Otro de los elementos que ha obtenido relevancia en este conflicto es otro viejo conocido de Taibo, la OTAN, al que ha dedicado estudio y libros sobre todo por su invasión y bombardeos en Serbia. Como plantea, Rusia, con la invasión protagonizada, a parte de las lecturas que hagamos ha contribuido al innegable fortalecimiento de «la OTAN, que, frente a lo que reza la propaganda oficial, anuncia un horizonte inquietante de militarización, autoritarismo, intervencionismo, injerencias y represión de las disidencias», lo que «huele a ecofascismo». Pero está propuesta es la única que se hace desde todos los implicados.

Mientras, como Taibo también alerta, no existe reflexión sobre las razones reales de esa crisis, se sigue sin cuestionar el crecimiento, sin asumir los límites, algo en lo que Taibo se ha centrado. Como se ha centrado en ofrecer una alternativa, que no es otra que su otro tema central, el decrecimiento, así como  la redistribución de los recursos (entendida por Taibo como radical y urgente) y las respuestas de carácter colectivo. Las alternativas que ofrece en cierta forma el anarquismo, unido a una forma de entender la injusticia y sus razones.

 

Ese mismo colapso provoca la adopción de propuestas hasta ahora rechazadas sin reflexión, por imposición o incluso saltándose los canales establecidos para la decisión, de serias consecuencias tanto para el medio ambiente como para la sociedad, pero que incluso hasta incidirá más en ese colapso: «El delirio de un fracking renacido y de una energía nuclear recuperada, con la marca España».

Y si este trabajo como todos los de Taibo es relevante y en cierta forma nos da luz en el oscuro escenario en que nos encontramos, es por lo acuciante que es, por esa rapídez en la que se precipitan los acontecimientos y esa inercia capitalista que obvia soluciones reales y para todas. Porque como concluye Taibo «el colapso ya no es cosa del futuro: está aquí». Y con él el ecofascismo en multitud de formas y variaciones.

Carlos Taibo ha sido durante treinta años profesor de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid. Es autor prolífico de muchos libros sobre colapso y decrecimiento como (Los Libros de la Catarata, 2016), Ante el colapso (2019),  Decrecimiento: una propuesta razonada (2021), En defensa del decrecimiento (Los Libros de la Catarata, 2009), ¿Por qué el decrecimiento? (Del Lince, Barcelona, 2014), El decrecimiento explicado con sencillez (2018). Pero como decimos otro de sus temas de investigación ha sido durante muchos años el de Europa del Este, sobre lo que ha escrito también infinidad de libros. Entre otros: Crisis y cambio en la Europa del Este (1995), Historia de la Unión Soviética La desintegración de Yugoslavia (2000), Guerra en Kosova. Un estudio sobre la ingeniería del odio (2001), El conflicto de Chechenia (2002), Rusia en la era de Putin (2006), Historia de la Unión Soviética, 1917-1991 (2010), Rusia frente a Ucrania: Imperios, pueblos, energía (2014), Anarquismo y revolución en Rusia (1917-1921), La desintegración de Yugoslavia (2017), Soviets, consejos de fábrica, comunas rurales. La otra revolución rusa (2017), Rusia frente a Ucrania: Imperios, pueblos, energía (2022). Otro de sus temas es el anarquismo, que obviamente, también está relacionado en muchos aspectos con los anteriores, sobre todo a la hora de buscar soluciones y justicia social y ambiental.

(*) En ese sentido ver la obra de Janet Biehl y Peter Staudenmaier «Ecofascismo. Lecciones sobre la experiencia alemana», publicada por Virus.

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