Alternativas para la justicia y la sostenibilidad en una zona devastada por la guerra
Ashish Kothari
(English)
Foto pincipal: «La flor florece en el suelo kurdo»: Flor de la Transformación
Imagina este escenario: Los drones están lanzando bombas sobre ustedes, el segundo ejército más grande de la OTAN se cierne sobre ustedes, unos cuantos cientos de años de persecución étnica han intentado borrar su identidad, una organización militante y religiosamente fascista está matando a sus hombres y secuestrando a sus mujeres y niños para convertirlos en esclavos. Sin embargo, en medio de todo esto, organizáis campamentos educativos sobre la libertad de la mujer, la vida ecológica y la democracia, e intentáis movilizar a vuestras comunidades para que practiquen estos ideales. ¿Parece una película de fantasía? Sí, pero es muy real, está muy arraigada y está ocurriendo ahora mismo.
Bienvenidas a una de las zonas de guerra menos conocidas y comprendidas del mundo, así como a una de las iniciativas menos conocidas y apreciadas para una vida justa, sostenible y equitativa. Se trata del Kurdistán, una extensa zona habitada por la comunidad étnica kurda junto con muchas otras (armenios, yezidíes, árabes, cristianos), en la intersección de lo que hoy se conoce como Turquía, Irak, Siria e Irán. Desde la década de 1970, el publo kurdo ha resistido la persecución y la masacre por parte de los regímenes de los Estados-nación en los que viven, y han organizado cientos de sus asentamientos para practicar su propia versión de la libertad y la democracia.
En marzo de 2022, escribí sobre la “Flor de la Transformación”, que engloba los cinco pétalos siguientes, parte de un marco sobre alternativas radicales surgido de iniciativas fundamentadas en la India y otros lugares (véase la figura siguiente):
- Integridad y resiliencia ecológicas, incluida la conservación de la naturaleza y la diversidad natural, el mantenimiento de las funciones ecológicas, el respeto de los límites ecológicos (de lo local a lo global) y la ética ecológica en todas las acciones humanas.
- Bienestar social y justicia, incluyendo vidas plenas (física, social, cultural y espiritualmente), equidad entre comunidades e individuos, armonía comunal y étnica, y eliminación de jerarquías y divisiones basadas en la fe, el género, la casta, la clase, la etnia, la capacidad y otros atributos similares.
- Democracia directa y delegada, en la que la toma de decisiones ocurre en espacios que permitan a todas las personas participar de forma significativa, y se construya a partir de ahí hacia niveles más amplios de gobernanza por parte de instituciones que rindan cuentas de forma descendente; y todo ello respetando las necesidades y los derechos de las personas actualmente marginadas.
- Democracia económica, en la que las comunidades locales y los individuos tengan el control de los medios de producción, distribución, intercambio y mercados, basada en el principio de la localización de las necesidades básicas y el comercio a partir de ahí; para ello sería fundamental la sustitución de la propiedad privada por los bienes comunes.
- Diversidad cultural y democracia del conocimiento, con múltiples sistemas de conocimiento coexistentes en los bienes comunes, respeto por la diversidad de formas de vida, ideas e ideologías, y fomento de la creatividad y la innovación.

Cada una de las esferas anteriores puede ilustrarse con iniciativas concretas en el Kurdistán.
Elaboración y más dimensiones de las que puedo abarcar a continuación, pueden encontrarse en varios sitios web, como el de la Academia de la Modernidad Democrática.
Democracia radical
El movimiento kurdo por la libertad ha intentado afirmar la completa autonomía regional de los estados-nación en los que se encuentran, y la democracia radical directa o el confederalismo democrático para las comunas y asentamientos que se engloban en estas regiones.
Teniendo en cuenta la experiencia del Estado ruso, y de muchos otros en los que los partidos revolucionarios llegaron al poder pero fracasaron en la creación de una sociedad verdaderamente democrática, el movimiento kurdo por la libertad pasó rápidamente de una ideología de reivindicación de un «Estado» kurdo socialista, a una de política radical basada en el pueblo y las comunas. Esta ideología de democracia radical ha sido promovida por el principal ideólogo del movimiento, Abdullah Öcalan, fundador y presidente del Partido de los Trabajadores Kurdos (Partiya Karkêren Kurdistan, PKK) desde 1978. Como lector voraz y perspicaz de la historia de los movimientos de todo el mundo, Öcalan llegó a la conclusión de que la verdadera libertad reside en que las personas sean actores políticos en el pleno sentido de la palabra, sin permitir que políticos y burócratas las gobiernen. En 1999, Öcalan fue secuestrado por potencias de la OTAN en connivencia con el Estado turco, y desde entonces ha estado encarcelado en una isla (la mayor parte del tiempo en régimen de aislamiento) en escandalosa violación del derecho internacional y de los derechos humanos. Sin embargo, ha conseguido transmitir al pueblo kurdo algunas de las ideas más radicales sobre lo que significa la libertad, especialmente la necesidad de la liberación de la mujer (sobre la que volveré más adelante), y ha dado al mundo un conjunto asombrosamente prolífico de pensamientos y propuestas revolucionarias.

Las ideas de Öcalan sobre política, poder y democracia pueden resultar a primera vista desconcertantemente complejas. Promueve la modernidad democrática en lugar de la modernidad capitalista; esta última, según él, sigue esclavizando a la humanidad y al resto de la naturaleza, mientras que la primera puede conducir a la libertad real de ambos. Es consciente de que el término «modernidad» es controvertido, dado que ha sido el proyecto colonizador de las naciones industriales occidentales durante unos cuantos siglos, borrando miles de formas tradicionales de ser y conocer. Pero lo utiliza para denotar que el movimiento a favor de una política centrada en las personas es tan contemporáneo como histórico. Opuesto a las tendencias homogeneizadoras de la modernidad capitalista, respeta los procesos «pluralistas, probabilísticos, abiertos a alternativas, multiculturales, ecológicos y feministas». Centrado en esta ideología básica, propone a continuación la necesidad de una nación democrática, en la que los pueblos que se identifican como parte de una nación (que no debe equipararse al Estado-nación, sino más bien a una conciencia democrática común basada en el principio de «unidad en la diversidad»), con su propia voluntad y sus propias identidades étnicas, religiosas y de otro tipo, participen plenamente en la toma de decisiones. Estos pueblos y naciones pueden practicar el confederalismo democrático, en el que las comunas autónomas se federarán en regiones más amplias, sin sacrificar la autonomía de cada una de estas comunas. De este modo, se avanza hacia la sociedad democrática o el socialismo democrático (que, como Öcalan se esfuerza en señalar, es muy diferente del socialismo de Estado practicado en Rusia, China y otros países, ya que se han basado en gran medida en la centralización del poder en manos del Estado-nación).
La sociedad kurda es la que más ha avanzado por este camino en Rojava (la parte del Kurdistán que se encuentra dentro de Siria), y también se lograron avances significativos en la región de Bakur (actualmente ocupada por Turquía) hasta que los repetidos ataques del Estado turco provocaron importantes retrocesos en los últimos años.
Tanto la modernidad democrática como el confederalismo se basan en una comprensión matizada del poder y la política. En las palabras originales turcas utilizadas por Öcalan, existe una clara distinción entre iktidarci yönetim (poder sobre otros) y demokratik yönetim (política democrática, o poder para gobernarse a una misma -o lo que Hannah Arendt denominaba «poder con»). La política es el «arte de la libertad», por lo que es necesario que todo el mundo esté politizado; y que la política se base en la vida moral, es decir, en las costumbres y normas que la sociedad establece para llevar a cabo la vida cotidiana, y en el «respeto y compromiso con la comunidad y la vida comunitaria».
En muchos aspectos, los intentos kurdos de crear una sociedad democrática son similares a otras luchas por la autonomía y la autodeterminación, como la de los y las zapatistas en México y la de las naciones indígenas en varias partes del mundo.
Justicia sociocultural e igualdad
El movimiento kurdo gira en torno a la liberación de la mujer de milenios de esclavitud en diversas formas de patriarcado y masculinidad. Según Öcalan, el Estado es una manifestación del patriarcado, y la familia es un «pequeño Estado de hombres», por lo que la libertad de la mujer tiene que ir de la unidad más pequeña de la sociedad a la más grande.
Dado el pilar intensamente patriarcal de las comunidades kurdas (y de otras etnias vecinas) de la región, ésta ha sido una de las luchas más difíciles para el movimiento. Comenzando con pequeños actos de rebelión por parte de personas individuales o grupos de mujeres, espoleados por su creciente implicación en la rebelión contra la imposición del Estado-nación, incluso como guerrilleras armadas (más sobre esto más adelante), y vociferados por Öcalan, el pilar del patriarcado (o la masculinidad) se ha ido erosionando sistemáticamente. También han contribuido las reglas y normas establecidas por el movimiento, como que cada institución de gobierno, económica y sociocultural esté copresidida por una mujer y un hombre. Quizá lo más importante haya sido la promoción de la Jineoloji, la «ciencia de la libertad de la mujer», una idea propuesta inicialmente por Öcalan pero desarrollada posteriormente como una ciencia social sofisticada y profunda y una forma de vida/comprensión/ser por muchas otras integrantes del movimiento feminista, a través de una serie de academias de Jineoloji y otras actividades.

La historia del movimiento de mujeres kurdas y sus muchos logros tienen lecciones fascinantes para todo el mundo. Sin embargo, la lucha dista mucho de haber terminado; las mujeres se enfrentan regularmente a dimensiones continuas de la dominación masculina. Lo que ayuda es disponer de foros en los que esos comportamientos puedan plantearse en una atmósfera de aprendizaje y no de confrontación, como los tekmil (vuelvo sobre ello más adelante). Va a llevar tiempo superar unos cuantos miles de años de opresión sexista, para llegar a una situación en la que Öcalan, utilizando una frase que probablemente escandalice a la sociedad educada, denomine «matar al hombre dominante». Esto incluye también transformaciones en la forma en que la sociedad tradicional ha visto las relaciones entre personas del mismo sexo, o los géneros y sexualidades múltiples; y avanzar hacia formas de compañerismo denominadas hevijiyana azadi (vida libre en común).
El género no es la única dimensión de la transformación sociocultural en el Kurdistán. Uno de los mayores retos a los que se enfrenta la democracia radical en todas partes es la tensión entre las diferentes identidades étnicas o nacionales. En el Kurdistán, los kurdos son sólo una de las múltiples etnias, que incluyen yezidíes, cristianos, armenios y árabes. En algunas zonas los kurdos son mayoría, en otras no. Pero incluso en las primeras, el movimiento ha intentado dar la misma voz y espacio a todas las etnias, por ejemplo en las instituciones decisorias pertinentes, en el uso de las lenguas en reuniones e instituciones educativas, e incluso en las unidades guerrilleras armadas. Un proceso único que ha ayudado a sacar a la luz de forma continua y regular los conflictos y las tensiones, o lo que podría considerarse un comportamiento inicuo y explotador, es el tekmil. Se trata de un foro institucionalizado de crítica y autocrítica, que se celebra en diversos niveles de la movilización social, en el PKK y otras instituciones políticas, y en las unidades guerrilleras. Al parecer, Öcalan y sus camaradas, como Haki Karer, Kemal Pir y Sakine Cansiz, marcaron la pauta en los primeros años de la resistencia kurda e insistieron en que todos, incluidos ellos mismos, se sometieran a este proceso. Habiendo participado en una organización y en algunas iniciativas de trabajo en red en las que se han intentado estos procesos de retroalimentación y apertura, puedo atestiguar lo difícil que es garantizar un espíritu de camaradería mientras se critica a otra persona, estar abierto a la crítica uno mismo y ser autocrítico. Y, sin embargo, el movimiento kurdo parece haberlo hecho bien, incluso en medio de una de las condiciones más brutales de guerra y conflicto, como han señalado varios observadores externos que han pasado tiempo en el Kurdistán.

Estos observadores también han señalado otro experimento fascinante: las sesiones periódicas de «educación» en las que participan los miembros del movimiento o de las comunas. En ellas, que duran de unas horas a varios días, se presentan y dialogan los fundamentos de la revolución, como la modernidad democrática y el confederalismo, el jineoloji, la historia de la colonización y el dogmatismo religioso en Oriente Próximo y otros lugares, los pensamientos y prácticas radicales de diversas partes del mundo y otros temas similares. También se ha extendido la pasión por la lectura, estimulada en parte por las recomendaciones periódicas de Öcalan, incluso desde su confinamiento, cuando podía reunirse muy de vez en cuando con sus abogados y su familia (desde hace casi dos años, esto también ha cesado). El movimiento también está llevando a cabo este tipo de sesiones «educativas» fuera del Kurdistán; una Academia de Modernidad Democrática creada recientemente ha realizado varias en Europa (en una de las cuales tuve la suerte de participar en agosto de 2022).
En la medida de lo posible, el movimiento también ha infundido los fundamentos de la historia y la cultura de Oriente Medio, la comprensión del movimiento kurdo y los fundamentos de la sensibilidad ecológica en los planes de estudio y las pedagogías de las instituciones educativas formales. Sin embargo, esto (y otros aspectos como la salud comunitaria) se ve gravemente limitado allí donde los regímenes educativos impuestos por el Estado-nación siguen siendo dominantes; en muchos casos, como continuación de una brutal historia de imposición de lenguas «nacionales» como el turco (con niños golpeados en las escuelas y adultos detenidos en las calles si hablaban kurdo).
Democracia económica
En todas las iniciativas anteriores se incluye también la capacidad de reclamar derechos de gobernanza y gestión sobre recursos importantes para la supervivencia y la seguridad económicas. Podría tratarse de derechos colectivos sobre los bienes comunes de la tierra y el mar, el agua, las semillas y la biodiversidad, o del control democrático de los medios de producción industriales o artesanales, o de economías sociales, solidarias y comunitarias. Dado que el movimiento kurdo está explícitamente en contra del capitalismo y también del Estado, su objetivo es transformar la economía hacia formas «comunales deomocráticas». Esto incluye la gestión de empresas con un modelo cooperativo en el que los y las trabajadoras y los y las productoras tengan el control, «basado en la satisfacción de las necesidades fundamentales de la sociedad» y no en lo que genera el máximo beneficio. También pretende ser ecológicamente sostenible en la agricultura y la manufacturación; Öcalan lo llama la sustitución del industrialismo por la «ecoindustria». También en este caso es crucial la feminización de la economía, haciendo hincapié en las relaciones de cuidar y compartir.

Una historia de colonización de tierras comunes, el desplazamiento forzoso de 2,5 millones de personas de sus tierras tradicionales, los continuos ataques y la dominación por parte de los Estados-nación en los que se encuentra el Kurdistán, un legado de privatización de la agricultura y la tierra, la dominación masculina de la actividad económica y otros factores similares son obstáculos importantes para la democratización de la economía. Pero el movimiento sigue adelante. Algunas iniciativas impresionantes son la creación de cientos de cooperativas que gestionan diversos tipos de operaciones y negocios, y una aldea única de mujeres, Jinwar, donde se promueven opciones de subsistencia sostenibles. El movimiento también está dispuesto a aprender de las iniciativas de economía social, solidaria y comunitaria que han tenido éxito en otras partes del mundo.
Sabiduría ecológica y resiliencia
La libertad y la democracia de las mujeres son dos de los pilares cruciales del movimiento kurdo; el tercero es la sensibilidad ecológica; y todos ellos están inextricablemente unidos. Reconociendo que la modernidad capitalista y el Estado-nación han hecho estragos en la tierra y han alienado a las personas del resto de la naturaleza, Öcalan empezó a hacer hincapié en este aspecto desde muy pronto. Para ello se basó también en los vínculos espirituales y éticos de la sociedad tradicional de Oriente Medio con el resto de la naturaleza, señalando por ejemplo que «es notable que la palabra sumeria para libertad, ‘Amargi‘, signifique retorno a la madre-naturaleza. Entre el ser humano y la naturaleza existe una relación casi amorosa»; y además que, «esta conciencia pasada de la naturaleza fomentó una mentalidad que reconocía una multitud de santidades y divinidades en la naturaleza. Podemos comprender mejor la esencia de la vida colectiva si reconocemos que se basaba en la metafísica de la santidad y la divinidad, derivada de la reverencia a la mujer-madre». Para el movimiento kurdo, los derechos de la naturaleza deben respetarse del mismo modo que los de los humanos. Las personas y el Planeta, y no el poder y los beneficios, son el punto de apoyo de la revolución. La filosofía del hevjiyana azadi debe extenderse no sólo a las relaciones entre humanos, sino también a las relaciones entre humanos y otras especies.
Pero, como reconoce el movimiento, éste es uno de los aspectos menos desarrollados de la revolución, y sus aplicaciones prácticas no empezaron en serio hasta la década de 1990. La historia de los daños ecológicos causados por las potencias coloniales y los Estados-nación de la región, el asedio continuado del Kurdistán, la imposición de proyectos de infraestructuras destructivas, la industrialización de la agricultura y la continua dependencia de fuentes de ingresos como el petróleo, hacen que los objetivos de regeneración y sostenibilidad sean difíciles de alcanzar.

La historia de daños ecológicos causados por las potencias coloniales y los Estados-nación de la región, el asedio continuado del Kurdistán, la imposición de proyectos de infraestructuras destructivos, la industrialización de la agricultura y la continua dependencia de fuentes de ingresos como el petróleo hacen que los objetivos de regeneración y sostenibilidad sean muy difíciles de alcanzar. Entre los primeros movimientos ecologistas de los últimos tiempos en la región están las campañas contra megaproyectos hidroeléctricos como Ilisu en el río Tigris y las presas del río Munzur en Dersim. Campañas como Reverdece Rojava (Make Rojava Green Again) incluyen plantaciones de árboles a gran escala, limpieza de fuentes de agua, huertos comunitarios y otras actividades similares. La «aldea de mujeres» Jinwar antes mencionada, con objetivos de autosuficiencia sostenible, es otro experimento, del que el movimiento espera aprender para otras iniciativas similares. En muchos de los municipios donde gobiernan partidos políticos apoyados por el movimiento kurdo como el HDP, se ha intentado seriamente la regeneración urbana, el transporte público, la limpieza de masas de agua, la vivienda digna para los y las pobres y otras medidas. Una amplia plataforma, el Movimiento Ecologista de Mesopotamia, ha contribuido tanto a la resistencia como a llevar más lejos los debates y las medidas sobre medio ambiente a través de comisiones provinciales y temáticas.
Curiosamente, en las últimas tres décadas las unidades guerrilleras del movimiento kurdo también han hecho hincapié en la vida ecológica. Esto incluye reducir al mínimo la presión sobre la naturaleza en las montañas en las que viven, restringir drásticamente la tala de árboles y la caza a lo estrictamente necesario, no tirar ningún residuo de plástico o metal, ayudar a regenerar los ecosistemas degradados en el pasado y debatir continuamente sobre ecología como parte de sus sesiones de «educación».
Interseccionalidad y valores
La discriminación y la marginación pueden ser interseccionales; por ejemplo, unas condiciones de trabajo y de vida deficientes desde el punto de vista medioambiental son más pronunciadas para las personas marginadas por motivos de raza, casta o clase, o un acceso inadecuado a alimentos nutritivos puede sumarse a otras discriminaciones contra la mujer. Por eso, en muchas de las iniciativas mencionadas, las respuestas a estos problemas son también interseccionales o transversales a las cinco esferas.
En el movimiento kurdo existe una interseccionalidad clara y a menudo preconfigurada. Esto es más explícito en lo que respecta a la dimensión de género en cada aspecto de la transformación, política, social, cultural, ecológica. Según el movimiento kurdo, la revolución no está en el futuro, sino que es ahora; y no es fragmentaria, sino holística, lo que significa vivirla simultáneamente en todas sus dimensiones en la medida de lo posible. No quieren repetir los errores de los movimientos revolucionarios del pasado, en los que la falta de prefiguración o de transformaciones simultáneas en las dimensiones externa e interna condujeron a múltiples fracasos, incluso después de que el movimiento tomara el control.

Al intentar integrar la radicalización de la toma de decisiones políticas con la transformación sociocultural, la democracia económica y la cordura ecológica, movimientos como el kurdo ilustran una Democracia Ecológica Radical o (por utilizar un término surgido del contexto en la India), eco-swaraj. Reafirman la toma de decisiones a nivel local al tiempo que encarnan la responsabilidad hacia otras personas y hacia el resto de la naturaleza. Y se basan en un conjunto de valores y normas, muchos transmitidos a través de los tiempos, como la vida en comunidad, la solidaridad, la interdependencia y la diversidad; muchos son más recientes, como la democracia radical, la libertad de la mujer y la igualdad de género. Los marcos de la sociedad democrática y jineoloji incorporan estos y otros valores en formas que se viven cada día, y no sólo permanecen como construcciones teóricas. Ninguno está perfectamente conseguido, como los propios activistas e intelectuales kurdos señalarán en la tradición de autocrítica constante. Pero al menos se hacen intentos sinceros constantemente, y muchos son visibles en las actividades políticas, socioculturales y económicas descritas anteriormente.
Quizá uno de los compromisos más difíciles que ha tenido que asumir el movimiento es el de la resistencia armada. La violencia es esencialmente contraria a su filosofía. Durante los primeros años intentó negociar con el Estado turco, buscando una región autónoma. Pero como la agresión militar y la violenta dominación cultural y económica por parte de Turquía continuaban, y tanto aquí como en el resto del Turkistán los kurdos se enfrentaban a una situación de casi exterminio, la necesidad de autodefensa llevó al movimiento a armarse. Sin embargo, han declarado explícitamente que la violencia sólo se utilizará para la autodefensa, nunca como ofensa, y que seguirán buscando una solución pacífica. Han anunciado en repetidas ocasiones alto el fuego unilateral para intentar una resolución de este tipo, pero Turquía no ha correspondido ni respetado estas declaraciones. El encarcelamiento totalmente denunciable de Öcalan, desde hace 23 años, también ha sido un obstáculo para un proceso de paz significativo. La plena floración de la Flor de la Transformación va a implicar luchas difíciles y a largo plazo.
Pero lo que la sociedad kurda está intentando conseguir puede calificarse de «nowtopía» en ciernes, una utopía aquí y ahora, y en el horizonte se vislumbran muchas más en todo el mundo, un verdadero Pluriverso de prácticas y visiones del mundo. Sin menospreciar en absoluto los enormes retos que les plantea el sistema militar-industrial-capitalista-estatista dominante, y las formas persistentes de patriarcado, racismo y antropocentrismo, estos alfilerazos inspiradores en la oscuridad ofrecen la esperanza de un mundo más sano y más justo.
Como dicen las kurdas y kurdos, la revolución es ahora. Y es sobre los cimientos de jin-jiyan-azaadi: ¡Mujeres, Vida, Libertad!
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