El skyline de Babel

COP28: Megalomanía contra el Planeta

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En la pasada Cumbre Mundial del Clima COP 28 de Dubai (Emiratos Árabes Unidos EAU), un hecho fue el foco de las críticas y la incompatibilidad de los organizadores con una propuesta a la altura de las necesidades de la actual crisis climática: el que, además de tratarse de un país totalmente dependiente económicamente de los combustibles fósiles, se designara como presidente de la COP al director ejecutivo de la Compañía Nacional de Petróleo, ADNOC. Pero otros aspectos recibieron menos atención, como el hecho que EAU y los demás estados petroleros de la península arábica, sean totalmente devotos de la megalomanía y el crecimiento. Sin duda estos aspectos están muy relacionados también con el petróleo y los beneficios que reciben. Pero por eso mismo, porque son los que al final promueven su consumo desmedido, precisarían más atención. Sin duda, el hecho de nombrar al director ejecutivo de la 12ª mayor petrolera mundial es reprochable, pero aún más que este sea un sultán de un emirato que sólo busca tener los rascacielos más grandes y el skyline mayor del mundo, con lo que eso supone a nivel energético y a nivel económico para conseguir todos los millones que se precisan para ello. E indirectamente con lo que eso supone a nivel climático para el Planeta.


«Y llaman al sistema «civilización»,
Mientras que empinados edificios surgen
Amenazadoramente hacia lo alto
Donde una vez hubo esbeltos árboles primigenios,
Y cantos de pájaros llenando el aire
En lugar de silbatos de policía.»
(Mercedes de Acosta,»Canción de la 5ª avenida»)

«Era como una gigantesca fachada: un inmenso decoradode cartón-piedra. Toda la ciudad era una gran mentira. Una mera ilusión en la vivían atrapadas millones de personas.»
(Alexander Drake. Ciudad de caníbales. Ediciones Lupercalia, 2015. P14)

«Había sido alzado nivel tras nivel, una verdadera maravilla que todos admiraban. Las grandes gruas subían el acero a su posición y lo mantenían mientras el horrísono clamor de los martillos remachadores daba una prueba de que estaba siendo asegurado; luego tras completar su trabajo a un nivel, las grúas, como monstruos inteligentes, se alzaban las unas a las otras hasta nuevas posiciones, para repetir el proceso. A medida que crecía la estructura, sus arterias, venas, nervios y músculos eran entretejidos al conjunto; kilómetros de alambre, tuberías, conducciones de aire; cables y conducciones; calefacción, ventilación y acondicionamiento de aire con sus entradas, salidas y tuberías de transporte … Y en todos los rincones, en todas partes, los sistemas de vigilancia que controlarían el ambiente interno del edificio, su salud, su vida.»
(Richard Martin Stern. Rascacielos. 1974)

«Es asombrosa la velocidad, el ritmo vertiginoso con que hoy se pueden levantar eddificios, rascacielos, barrios y ciudades. Aunque a gran escala, no deja de tratarse de la misma técnica de los juegos de construcción LEGO: un montaje veloz y eficaz, unas cuantas grúas, pocas personas .»
(Kapuściński, Ryszard, Lapidarium IV. Anagrama, 2003. Pag 2)

 

Dice Robert Graves que «desgraciadamente el fundamentalismo, es decir, la aceptación literal de mitos y metáforas utilizados en toda la Biblia, es una enfermedad común al cristianismo”1. Sí, así tenemos a los creacionistas y tantas sectas. Aunque, como él bien dice, ésta es una práctica muy extendida en el cristianismo en general, y en otras religiones de masas.

También hay que tener en cuenta que muchos de esos mitos proceden de culturas orales, que en su transmisión son objeto de variaciones, pero sobre todo son modificados una vez escritos, cambiándose a veces su sentido.

Tenemos el mito de la torre de Babel. Porque es un mito, aunque haya muchos arqueólogos intentando buscar lo que quede de aquel intento de macro-construcción. Es un mito, según muchos, para explicar la diversidad de lenguas2^, fenómeno que siempre ha cautivado a las personas: que el ser humano haya sido capaz de desarrollar idiomas tan dispares y que con ellos consigamos entendernos, y, a la vez, no entender nada a otras personas que hablan en otro idioma, es indudablemente fascinante.

Pero el plurilingüismo no es y no ha sido un problema como para provocar el colapso o el abandono de una macro-construcción como esa torre. Ahora bien, el plurilingüismo encierra riesgos, como el que una lengua se convierta en hegemónica, o quiera serlo y llegan a desplazar a otras. Pero eso no es un problema de las lenguas en sí, sino una cuestión de poder. En la Iruñea medieval (Pamplona) el idioma del vulgo era el euskera, pero también se hablaba el latín (iglesia), los romances occitano y navarro derivados de ese latín, y el hebreo por la comunidad judía (tanto el utilizado en ritual como la aljamía hebraicorromance)2. En la Palestina de tiempos de Cristo todavía no se hablaba el árabe, pero sí el arameo, el griego, el latín (los romanos y tema administrativo), y entonces el hebreo ya se había reducido a lenguaje religioso. Los ejemplos son múltiples2*.

«A pesar de todas nuestras lenguas no podemos comunicarnos»
(«Natives», escrita por Paul Doran, cantada por Christy Moore)

Pero según lo cuenta el Génesis, parece más que el problema de la torre de Babel correspondía más con un deseo de Dios de dispersar a los humanos en lugar de que se concentraran donde se erigía la torre. Entendemos que semejante macro-proyecto habría atraído a muchas personas a trabajar allá, o a una concentración de esclavos, porque nos consta que los babilonios o los egipcios también esclavizaron a otras personas. Para ello, Dios presuntamente se valió de distintos idiomas, para crear confusión.

De cualquier forma, como en muchos otros casos en la Biblia, de nuevo se usa una imagen de Dios como decidor de los designios humanos. E igualmente, por esa identificación del Dios cristiano con el género masculino, este caso supone también un nuevo re-afianciamiento patriarcal.

Pero para los mitos, como para las parábolas, caben distintas interpretaciones. Yo entiendo más este mito como la explicación del fracaso humano ante el desmesurado deseo de crecer, el deseo de grandiosidad, que no es otra cosa que vanidad y codicia. Por un lado no tiene sentido, pues esfuerzos y recursos son utilizados sin un interés fundado y genuino, y por otro no tiene fin porque siempre se buscará superar esa cota. Ello conlleva también el uso desmesurado de recursos y con ello el posible colapso por falta de material, lo que también pudo ser una razón en Babel. Tanto el desmesurado uso de recursos naturales como de humanos (esclavos), siendo esa otra posible causa: porque ya sabemos que no está en nuestro ADN el ser esclavos de nadie y en algún momento estos y estas se rebelan. De verdad, entonces, en la rebelión, el hablar distintas lenguas no supondrá ningún obstáculo. Esa rebelión traerá el fin del proyecto, porque esos capataces inútiles no serán capaces de mover un ladrillo.

Crecimiento. Consumismo. Megalomanía.

«Lo que sucede es que estás en contra de los reyes, y reinas y similares, mientras que yo gozo con ellos. Piensa en lo que sucedería si sólo hubiese gentes grises, sin gigantes en los que soñar y a los que emular, sin grandes relatos que recordar, sin tremendos edificios como éste, que incluso impiden el paso del sol. ¿Que te parecería eso, Frank?»

(Richard Martin Stern. Rascacielos.)

Una alegoría de esa torre de Babel la podemos encontrar hoy en día en los Emiratos Árabes Unidos (EAU). Ese ansia de grandeza. De emular en los grandes, de superarlos.

Como sabemos, la última Cumbre Mundial del Clima, la COP 28, se ha celebrado en Abu Dhabi, Emiratos Árabes Unidos (EAU). Desde que se propuso su candidatura, el movimiento climático criticó su designación por ser EAU un país potencia en la producción de petróleo y gas, altamente dependiente económicamente de ese recurso y que ha construido todo su esplendor y lujo a partir de esos combustibles, del dinero proveniente de ellos (añado: “y de la esclavitud”). Fue vergonzoso que se designara como presidente de la COP al sultán Ahmed Al-Jaber, que a su vez es director ejecutivo de la Compañía Nacional de Petróleo de Abu Dhabi (ADNOC) de EAU, la 12ª mayor petrolera del mundo. Qué intereses defendería estaban claros, cuando se trata de superar la dependencia fosilista mundial. (Ver más en Fiasco de la COP 28. Sin finalizar…)

Por si eso fuera poco, lejos de disculparse o de rectificar, la ONU vuelve a anunciar al próximo organizador de la COP29: Azerbaiján, otro petro-estado con muy pobres registros en derechos humanos y ambientales.3 El petróleo y el gas ya representan el 90% de su economía. Nuevamente, como en el caso de EAU, la COP29 estará supervisada por su ministro de medio ambiente, que anteriormente trabajó en la petrolera estatal Socar.

Ahora también, los resultados de la COP28 se juzgan a partir de este hecho, del carácter extractivista y petrolero de EAU, y su negativa a plantear el abandono de los combustibles fósiles. Si bien esto es cierto, en esta ecuación obviamos otro aspecto fundamental para entender el predestinado fracaso de esta (u otras) COPs: la megalomanía de EAU (y otros), la devoción por la majestuosidad. La megalomanía en su afán por producir o poseer las propiedades más valoradas, no escatima en recursos y energía. Su despilfarro va unido al del consumismo, el consumir recursos y energía no con el fin de saciar necesidades básicas, sino las propias ansias de consumir.

Es también próximo a otro concepto en el que se fundamenta el capitalismo, como es el del crecimiento. Ambos parten que lo importante es el crecer: el crecimiento en el PIB, en las ventas, en los beneficios, en el mercado, en las toneladas extraídas, y la megalomanía en los metros de altura de edificios construidos, en su suntuosidad, en su cantidad, etc. Ambas cuentan con rankings a superar, clasificaciones del MÁS. La competición es el principio básico del capitalismo, opuesta a la esencia humana de la colaboración y la ayuda mutua.

Skyline de Dubai por la noche (Ivan Siarbolin /Wikipedia)

 

«En un lugar de la campiña, en una tierra baldía a más de cincuenta kilómetros de Nueva York, se levanta un coloso de la construcción: el Roosevelt Mall. Naves altas, largas y luminosas, decenas de tiendas y bares, un océano de productos de todo tipo. Los malls, las grandes superficies gigantescas, iluminadas y multicolores catedrales del consumismo norteamericano. En los fines de semana se llenan de multitudes que a ella acuden para satisfacer deseos, necesidades, esperanzas. Acuden para mirar, comprar, consumir; para ser

(Kapuściński, Ryszard, Lapidarium IV. Anagrama, 2003. Pag 31)

Por tanto, el plantear que mantener el consumo de combustibles fósiles es un problema está bien, pero sobre todo hay que plantearse para qué. Porque hay muchas cosas que todos esos gobiernos y gobernantes, dan por sentadas, por básicas, por ineludibles. Porque si bien seguir consumiendo combustibles fósiles es una locura de consecuencias innegables, todavía lo es más el “para qué”. ¿Seguir consumiendo combustibles fósiles para mantener esos deseos de grandeza, de superar al vecino, de ser el que más rascacielos tiene, los rascacielos más altos? Porque supongo que está claro que la construcción de todas esas torres conlleva un alto consumo de energía: para extraer áridos y cal, y hierro, y todos los materiales que se pueden precisar, así como la energía para pulverizar roca, para cocer el cemento, para convertir arena en cristal, para los transportes, para la construcción; así como las ingentes cantidades de dinero que proceden de la venta de combustibles fósiles.

En el caso de EAU tenemos que su sistema eléctrico se base en la producción a partir de centrales térmicas de gas de la que posee grandes recursos (13.021 MW de capacidad) y nuclear (5.600 MW de capacidad) (suman: 18.621 MW), mientras que la solar, de la que también cuentan con muchos recursos, contabiliza por 4.277 MW4. Con lo dicho, más que en cualquier otro caso, es pertinente la pregunta que hacíamos “energía ¿para qué?”. Porque sustituir la fósil por renovable y mantener ese deseo de seguir construyendo más y más rascacielos supondría una locura de km² de instalaciones. La misma crítica que hacemos en otros lugares: lo primero sería plantearse el para qué” y luego bajar niveles de consumo.

Está claro que se puede consumir menos: hace dos siglos no se consumía ningún combustible fósil. Si bien se puede argumentar que gracias a ello se mejoró la calidad de vida (como nos repiten constantemente), tendríamos que ver cuáles son de verdad las cosas que se mejoraron y que suponen un beneficio real y eliminar el resto (o no potenciarlas, etc). O ver que se mejoró y que se empeoró, porque las consecuencias las tenemos ahí. Y sobre todo porque, si somos perspicaces, nos daremos cuenta que la mayor parte de su uso es para mantener un sistema enredado en su propio consumo.

La humanidad ha transcurrido demostrando su inteligencia, habilidad para dominar la naturaleza, superar los condicionantes creando elementos sorprendentes, en muchos casos para impresionar a Dios, mostrar su devoción. Pero en la mayoría para demostrar más moderno que sus antecesores, más hábiles, con más recursos, más riqueza. Podemos entender todo ello como una forma de incentivar la superación y así ser más capaces; o incluso podemos admirar la belleza de las catedrales, la majestuosidad de un rascacielos.¿Pero cuántos necesitamos? ¿O de verdad los necesitamos? Más aún ¿los estamos admirando?

Pero nada de esto se plantea en reuniones como la COP.

¿También colapsarán las torres de Dubai?

«Los edificios no son diseñados como los aviones o como las naves espaciales, para aprovechar las máximas tolerancias de sus materiales. Dado que el peso no era problema básico, cada componente estructural se calculaba con un amplio margen de seguridad, y también cada cable y cada tendido eléctrico. En los cálculos de diseño estaban programadas contingencias tan remotas como viento de 250 km por hora, muy superiores a cualquier cosa que hubiera experimentado la ciudad, o tremendas descargas eléctricas, casi imposibles de concebir. Debido a la altura de la torre, se aceptaba como cosa normal el riesgo de continúas descargas eléctricas sobre la misma; el gigantesco esqueleto de acero transportaa, sin peligro alguno, la carga hasta el suelo, tal como lo había hecho ya muy a menudo durante la construcción.»

(Richard Martin Stern. Rascacielos.)

Conocidos son los rascacielos y mega-hoteles de EAU, y muchas otras extravagancias como ríos y oasis artificiales en medio del desierto. En los últimos años EAU se ha convertido en Las Vegas de Oriente, una referencia del turismo de lujo (o lujuria,[luxury] como se dice en inglés), con 16 millones de turistas al año. Todo ello construido con dinero proveniente de petróleo. Y con mucho combustible fósil, con mucha energía barata. Y con la energía barata de esclavos.

SIN EMBARGO, esa megalomanía sí provocará el colapso. Quizás antes en otros sitios que en EAU, porque, al igual que en otros países enriquecidos, ellos todavía mantendrán poder económico para seguir adelante. Como ya lo hacen actualmente mientras a su alrededor el colapso es una realidad: el aumento de temperaturas se manifiesta en más sequía en toda la franja, que en las economías más pobres, se traduce en hambruna. En el cuerno de África 50 millones de personas son afectadas por la crisis alimentaria y millares morirán como consecuencia. Mientras EAU sigue defendiendo el uso de combustibles fósiles, usando su dinero en desalinizar agua. Pero no sólo para eso…

Y en clave mundial, este modelo, sabido es, traerá el colapso de nuestro Planeta, con lo que pronto, no es que colapsen los rascacielos sino que colapsará la propia ciudad que los mantiene, ni nadie podrá acudir allá, y estando vacíos y sin mantenimiento terminaran por… Dejo esto a otras mentes para que imaginen el escenario, pero, como vamos confirmando con el paso del tiempo (¡y de las COPs!), la distopia será realidad.

No lejos de EAU, más al norte en el golfo pérsico, floreció la primera civilización de la historia en esa zona: Sumeria. Quizás podíamos aprender de su historia. Aunque hoy en día todo está mucho más entrelazado y EAU se sitúa en un capitalismo globalizado, la moraleja es clara. Sumeria colapsó por el abuso al que se sometió la tierra y los ecosistemas con la agricultura y la dependencia de toda una civilización que había desarrollado muchos sectores sociales que alimentar5. Ésta agricultura conllevó la deforestación (unida a la que ocurrió más al norte donde el Eufatres y Tigris originaban), y ésta a su vez, la salinización del agua que supuso la inproductividad de muchas tierras6. Historiadores nos cuentan, que el actual paisaje desértico poco tiene que ver con el original, y sí guarda relación con el actúar humano. Y se remonta tantos milenios.

Los edificios más altos de Dubái (wikipedia.org)

No es sólo un rascacielos, es un skyline

EAU es paradigma del capitalismo más agresivo, derrochador y megalómano. A todo ello ayuda todo el dinero procedente del petróleo y el gas, claro. Y una mentalidad bastante irrespetuosa y clasista, no ajena a cualquier otro estado capitalista.

La separación de los distintos territorios por la metrópolis para controlar el petróleo, supuso concentrar la riqueza en unos pequeños estados: EAU, Qatar y Kuwait. Eso supone ahora, que cada uno se baña en petrodólares, y quiera mostrar su poderío, y para eso, nada mejor que poseer el mayor skyline.

Skyline significa realmentehorizonte” en inglés, siendo usado actualmente y casi en exclusividad para referirse a la linea de rascacielos de una mega-ciudad. Con ello tenemos, una vez más, una analogía de los designios de esta supuesta civilización, en la que se sustituyen fenómenos naturales por aquellos creados por la grandeza humana, la grandeza del hormigón. En castellano, se mantiene horizonte” con su significado, mientras se adopta “skyline” con su significado urbano.

Así, destacan actualmente los skylines de Nueva York, el de Otawa, el de Río, el de Sao Paolo, Hong Kong, Singapur, el de Sidney… o cualquiera de los centros financieros.

Para los EAU, como para otros países ricos, no es suficiente con construir una o dos torres. Tuvo que construir su skyline de rascacielos que mostrara su poderío, el equipararse a otra potencias, el alcanzar la atura (nunca mejor dicho) de los países más ricos, el demostrar que su riqueza está al nivel de las mayores potencias.

El rascacielos se convirtió en símbolo de grandeza, del éxito del capitalismo y de la técnica, superando los retos que plantea la gravedad y la Naturaleza, o incluso Dios, ya que en los tiempos en que su influencia era más visible tampoco se materializaron estos objetivos. El rascacielos se convirtió en símbolo de poder, de progreso, de riqueza y esplendor.

Por su aparencia, siempre se han asociado los rascacielos con penes7, con un falo de enormes dimensiones8 (no en vano el verbo utilizado en inglés para designar su construcción es “(to) erect” o “erigir”), con lo que el rascacielos se entiende como una proyección del machismo en general, y de ciertos machos en particular. El rascacielos es la materialización de la idea de Freud de “altos logros y la adquisición de riqueza como construcción de monumentos a nuestros penes”9. Así, no basta con labrar un nombre y una fortuna, sino que Rockefeller necesita tener también su rascacielos (o una plaza llena de ellos, Rockefeller Center). Trump el suyo. El príncipe saudí Alwaleed bin Talal la suya (Torre Jeddah en Dubai)10.

La imagen del rascacielos se instaló en el imaginario a través de la gran pantalla, vehículo primordial para la colonización de las masas, desde películas como la homónima (Skyscraper (1928)) que muestra su construcción, o como la mítica foto de los trabajadores almorzando suspendidos en una viga (Lunch atop a Skyscraper) o todas las de Lewis Hine que coincidió con la construcción del emblemático Empire State. O aquel de cuyo reloj pende Harold Lloyd. O aquel que domina todo en Metrópolis. O aquel al que se sube King Kong. Los de Bladerunner sobrevolados por naves y coches volantes. El de Pretty Woman. El de “Solo en casa II – perdido en nueva York”11. El de Babel en el que habita Chieko Wataya en Tokyo (y en el que muere). El obvio de “Coloso en llamas» («The Towering Inferno”, basado en el libro “Rascacielos” (The Tower) de Richard Martin Stern). La Torre de Mordor es un prototipo (como apodamos a la Torre Iberdrola). Y sin duda, las Torrres Gemelas que se nos replicaron sin cesar el día de su destrucción.

AEU logró su independencia en 1966 (Qatar en 1971). No existían grandes edificios. Actualmente, sin embargo, AEU cuenta con 134 rascacielos de más de 200 metros, de ellos 18 de más de 300 metros de altura, TODOS construidos a partir de 200012. Pero también hay en proyecto la construcción de otros 37. Por ello: ¿qué nos preocupa cuando el modelo es éste?.

De los 100 más grandes de AEU 84 se sitúan en Dubai, la gran skyline. El resto (16) se alzan en Abu Dhabi. Entre ellos destaca el que se considera el más alto del mundo, el Burj Khalifa, de 828 metros13. Porque podemos concluir que todo esto corresponde con una gran competición: las empresas y propietarios, ciudades y gobiernos por tener los rascacielos más altos. Y luego por tener el skyline MÁS largo, el MÁS alto. En ese aspecto EAU y Dubai también sobresalen con el skyline más alto de Oriente Medio y del mundo.

Así, un país que consiguió su independencia en 1966, de ser un país de beduinos, viviendo en tiendas, en jaimas, pasó a partir del 2000 a construir 134 rascacielos. Hay que llenarlos también. Porque siempre tendremos la duda: ¿se proyectan los rascacielos con respecto a la necesidad de vivienda o se parte de esa premisa capitalista de que primero construye (o produce) (siempre existe un concienciado estudio de mercado!) y luego se ve como se llena?

No tenemos muchos ejemplos cercanos. Uno de ellos esa torre que Iberdrola construyó en Bilbo para, como decimos, demostrar al mundo y a la ciudad, su poderío cosechado tras años y expansión por el Planeta. Ésta, por ejemplo, sabemos que no se construyo con perspectivas, a parte de la mencionadas de grandiosidad. Iberdrola, de inicio, iba a ocupar solo parte de los 165 metros de altura, y el resto iba destinado a uso comercial (tiendas, cafés, etc.) y las oficinas de 16 pisos se pretendía alquilar, cosa que no ocurrió en mucho tiempo (desconozco la actualidad)14.

«Ellos pueden permitirse el lujo de tener casi indefinidamente su complejo de edificios sin llenar. Nosotros somos una empresa privada, y no dejo de pensar en el Empire State, que estuvo medio vacío durante toda la depresión.»

(Richard Martin Stern. Rascacielos)

De los rascacielos hay quien dice que son los edificios más sostenibles. Obviamente: se sostienen perfectamente! O se autodefinen “sostenibles” en otra vuelta de tuerca de hipocresía, tergiversación y embaucamiento (como la misma Torre Iberdrola antes mencionada). Existe la creencia extendida que es una forma de sacar el mayor partido a una superficie, aunque hace falta una extensa base para sostener todo eso. El arquitecto canadiense y profesor de diseño Lloyd Alter discrepa: «los estudios demuestran que los edificios más altos son simplemente menos eficientes y ni siquiera proporcionan más área utilizable». Ahora, de cualquier forma, son toneladas de acero, de hormigón, de cristal, y sobre todo, de energía (humana, fósil, etc), que conllevan, junto al uso de esos recursos, grandes impactos en todo su proceso. Pero además, los edificios altos son más exigentes estructuralmente que los más bajos, por lo que requieren más acero y hormigón.

El experto en arquitectura de The Guardian, Rowan Moore, plantea que «aumentar la altura aumenta tanto las emisiones operativas como las incorporadas»15. Pero una vez construidos, también precisan más energía para enfriar, calentar y hacer funcionar los ascensores. Según el ingeniero Tim Snelson (Arup) esto supone un 20% más que en edificios de media altura. En Nueva york los rascacielos (edificios de más de 2.300 m2 de planta) son responsables de 30% de las emisiones de carbono de la ciudad.

«Se ha considerado aceptable (por las normas de construcción, por los arquitectos, por los medios de comunicación profesionales) extraer incalculables toneladas de materia de la tierra y bombear toneladas similares de gases de efecto invernadero a la atmósfera, para producir dispositivos arquitectónicos mágicos que podrían, si toda su magia funcionara según lo prometido, pagarían parte de su deuda de carbono en algún momento del próximo siglo. Para cuando quizá ya sea demasiado tarde». (Rowan Moore, The Guardian)

Y yo pienso en todos esos rascacielos de cristal en el desierto arábico. 828 metros de altura, de cristal recibiendo los rayos de sol, sin nada en su alrededor, porque… es lo MÁS ALTO que existe! Temperaturas en verano entre 38 °C y 42 °C entre abril y octubre, con máximas de 48/49 °C (aún más en el interior), advierte climatestotravel.com.

Las jaimas (al igual que los tipis, yurtas y otras) son construcciones que ofrecen refugio y que corresponden con las necesidades para esas condiciones climáticas. Además de constar de elementos asequibles y sencillos, de ser verdaderamente sostenibles, también facilitaban el ser transportada, el movimiento, para moverse de sitio cuando esas condiciones eran adversas o los recursos escasos, y se precisaba un mejor sitio. Las jaimas conseguían proveer de sombra, aislar de los rayos de sol, permitían fluir el aire, durante el tórrido día, y de encapsular el calor obtenido durante la fría noche. Sin olvidar, que el ser humano tenía una función activa en el mantenimiento o incluso en la creación de ecosistemas como los oasis, fundamentales también para el desarrollo de la vida humana. Reciprocidad natural.

¿Pero esas torres? No se diseñaron para el desierto. O sí, como los rascacielos de Nueva York: están diseñados en una época de despilfarro energético en la que es posible cubrir necesidades somáticas, a partir de las opciones que nos brindan recursos energéticos y la tecnología (con las consabidas consecuencias). Lo que necesitas en invierno es calentarlos, y en EAU, refrigerarlos. Cuando hay gas y petróleo eso no es inconveniente. Ahora, otra cosa son las emisiones asociadas.

Los combustibles fósiles son dinero

«– Aquí es donde las personas muy importantes saldrán de sus coches – dijo Shannon-. Y sonreirán a la las gentes del pueblo, caminando como reyes y reinas hasta la plataforma…

– Y allí donde todos los discursos serán iguales – continuó Barnes -. Ensalzarán la maternidad, los Estados Unidos de América y el espíritu inquebrantable del hombre. Uno o dos de los políticos harán algún que otro intento de conseguir nuevos votantes…»
(Richard Martin Stern. Rascacielos)

Que los combustibles fósiles son dinero es una obviedad. Ahora, si pensamos que el petróleo se encuentra en su pico, en su punto descendente, y que debido al desastre ambiental y climático que ha provocado su uso, deberíamos ser más cuidadosos con su consumo, esto es alarmante. Es alarmante que el petróleo suponga dinero, porque conlleva que se potenciará (potencia) su uso sólo para ello, para garantizar beneficio, y mayor beneficio.

Vale: esto tampoco es novedoso. Ahora: pensar que todo este uso y abuso es para… comprar equipos de fútbol y futbolistas por millones; construir rascacielos… es trágico. Igualmente, que estemos claudicando el Planeta y el clima de generaciones futuras, y también la energía que podrían usar (de forma más inteligente) sino que lo estamos haciendo para ¿comprar equipos de fútbol y futbolistas y construir rascacielos? ¡Por favor!

¿Y el jefe del manicomio, el sultán director ejecutivo de la 12ª mayor petrolera mundial, es elegido para buscar una solución? Exacto: así vamos.

«- Era un gran edificio, podían sacar se de el montañas de dinero, y quizás ahora fuera solo fuera el inicio, así que el jefazo fue allí – de nuevo hizo una pausa-. McGraw lo llevó arriba, donde podrían hablar en privado… tan arriba como había llegado el acero, a 40 o 45 pisos de altura, con nadie alrededor, y con la calle muy, pero muy abajo. “Ahora, so hijo de puta”, dijo McGraw cuando aquel golfo pandillero había dado una buena ojeada y no le había gustado lo que había visto, “¿quieres bajar en el montacargas y largarte para nunca más volver o prefieres bajar por la vía rápida, justo desde aquí mismo, en este instante, para que tengan que recogerte del suelo con raqueta? Decídete de una vez”».

(Richard Martin Stern. Rascacielos.)

Los rascacielos son, por tanto, dadas sus dimensiones, el mayor símbolo del capitalismo. El mayor símbolo de la especulación. Pero no sólo eso. Como Rowan Moore denuncia, también lo son de la corrupción: «En los Estados del Golfo (y de hecho en Gran Bretaña, hasta el punto de que el dinero sucio suele ir a proyectos de torres), los rascacielos suelen indicar corrupción. Lo que no son marcadores de progreso». El caso más obvio al que hace referencia es el del príncipe Alwaleed bin Talal, quien inició la construcción de un rascacielos de 1.000 mts en medio del desierto de Arabia Saudí. La construcción se detuvo porque bin Talal fue detenido (valga la redundancia) acusado de corrupción. Estos rascacielos son símbolo de la «capacidad de unos pocos miembros de una sociedad autoritaria de acumular una enorme riqueza para ellos mismos», concluye.

El indicativo de progreso, añade Moore, no sería “construir más grandes, más rápidos y más altos”, sino, obviamente, ponernos límites a nosotras mismas, con el objetivo de construir de manera sostenible.

El sector de la construcción es uno de los mayores consumidores de energía a nivel mundial. Según datos de la Agencia Internacional de Energía (AIE), aproximadamente el 36% del consumo final de energía y el 40% de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) están relacionados con los edificios. Esto incluye el consumo de energía durante la construcción, la operación de los edificios y el mantenimiento.

En todo el planeta se fabrican 4.000 millones de toneladas de hormigón al año (ver más en «Planeta Hormigón»). La producción de su principal ‘componente, el cemento, es responsable del 7% de las emisiones globales de CO2.

Pero el desastre climático va mucho más allá, si entendemos que además de todo ello, esos rascacielos se convierten luego en señuelo para atraer a las masas a deleitarse con ellos. Con lo cual, añadimos a todo ello ese turismo del que antes hablábamos, todos esos vuelos internacionales, las infraestucturas que precisan, etc. La locura que impulsa esta gente sobrepasa el el efecto provocado por el gas y el petróleo que venden.

Trabajadores sudasiáticos en Dubai Marina (wikipedia)

Esclavos energéticos

«Naturalmente, la electricidad era allí la clave. La electricidad parecía ser en aquellos tiempos la clave de todo. Nos recordaba que el gran apagón hace algunos años, y como todo, absolutamente todo, se había detenido y algunas gentes habían llegado a pensar que era el fin del mundo.»

(Richard Martin Stern. Rascacielos.)

El acceso a la energía que gozamos se compara en el ámbito energético con el uso de los esclavos. Se compara la energía con los esclavos que se precisaría para realizar la misma actividad. Así podemos decir que, en nuestro caso, la energía que usamos cada día equivale al trabajo proporcionado por 40 esclavos (24 horas – 120 X 8 horas diarias). También porque nuestro consumo energético actual es exacerbado: 120 veces que la de un hombre primitivo. O el consumo de muchos pueblos actuales, ya que los países enriquecidos consumen 3/4 de la energía producida. Gracias a esa energía somos capaces de resultados antes insospechados. Gracias a todos esos esclavos energéticos son capaces de construir no una pirámide, sino 134 rascacielos.

Pero, siguiendo este análisis desde el punto de vista de la crisis climática, en este sentido tenemos que el sistema capitalista y más aún el de los petrodólares, no excluye posibilidades. Si en el plano climático proponemos las renovables como alternativas, ellos las aceptan, pero como complemento de las energías fósiles, y encima para un buen lavado verde. En el plano de la energía a usar, utilizarán las posibilidades que les brinda el abanico de producción energética, las distintas aplicaciones eléctricas y posibilidades tecnológicas, pero también las posibilidades de la energía humana. Hasta las formas más cruentas e injusta, la esclavitud misma que según la Historia se abolió hace dos siglos. Como decimos: los emires no escatiman en fórmulas ni recursos.

«– Los irlandeses llegan alto, ¿no? ¿Supones que McGraw fue ascendido desde acarreador de ladrillos, de modo honesto?

– ¿Lograste dejar de ser un esclavo de modo honesto, bribón negro?»

(Richard Martin Stern. Rascacielos.)

Ya habíamos oído hablar de las condiciones laborales de los trabajadores que levantaron todos aquellos estadios de la nada en tiempo record para el mundial de fútbol de Qatar de 2022. Fueron muchas las voces que, a pesar del peso de un evento como ese, plantearon su boycot. El Parlamento Europeo instó a la FIFA y a Qatar a indemnizar a los trabajadores migrantes y cubrir las muertes y otros abusos.

Un hecho mucho menos recordado es la misma situación en la construcción de la Expo de Dubai (EAU) de 2020. Porque en todos los países de la zona árabe, además de tirar de petrodólares, una de las muchas cosas en común entre estos países es el uso de mano esclava proveniente del sub-continente asiático (Pakistán, India, Bangladesh, Nepal, Filipinas). Entonces, fueron por lo menos 6 los trabajadores fallecido y 72 heridos graves (cifras oficiales). Eso provocó que incluso el Parlamento Europeo propusiera a las naciones a no participar en la Expo. Ahora tenemos que siguen acogiendo eventos internacionales, pero que incluso les conceden la mediación en las negociaciones de políticas climáticas!

 

«Hablar de esclavos es hablar de lo que todos consideramos hoy en día una lacra indigna de la especie humana; pero este hecho no debe hacernos olvidar que todavía vivmos en un mundo en el que hay esclavitud, en el que no sólo hay trabajos propios de esclavos, sino que además se ven fomentados por las sociedades democráticas, económicamente desarrolladas y políticamente avanzadas.»

Bernardo Souvirón. Los hijos de Homero. Alianza Editorial 2007. P 106

Actualmente más del 88,5% de los residentes de los EAU son trabajadores del sur de Asia (India, Pakistán y Bangladesh) cuyos sueldos son de 300 dólares al mes por 14 horas al día, 6 o 7 días a la semana de trabajos, y que viven hacinados. No ahondaremos en sus condiciones, en cómo son atraídos, en como permanecen allá en esas condiciones que, con son, a falta de cadenas, las que justifican que nos refiramos a este sistema como de esclavitud.

Por lo tanto: en realidad la diversidad lingüística no es un problema, cuando hay dinero y se consigue control social total. Reflejo de esa gran masa de trabajadores extranjeros, en Emiratos Árabes Unidos además de árabe se habla inglés, hindi (30% de la población), persa (5% de la población), urdu y malayalam. Seguro que saben transmitirles las órdenes, y a la vista está, en el skyline, que también consiguen buenos resultados.

Conclusión

«– Es mi edificio, hijo, maldita sea – dijo Giddings-. Oh, también es en parte tuyo, pero yo vi como se iniciaba la excavación que iba profundizar 25 metros en el suelo de roca, y contemplé como colocaban la punta de acero más alta a 460 metros de altura, y me conozco cada viga, cada columna, cada ensambladura, cada pieza del edificio tan bien como conocería a mis hijos, si los tuviera. (…) – Sus ojos se posaron brevemente en la lejana Torre-. Yo también perdí algunos amigos. Siempre ocurre en cualquier trabajo grande.»
(Richard Martin Stern. Rascacielos.)

«System change not climate change», «Cambio de sistema, no cambio climático» exigía el lema más elocuente lanzado por el movimiento climático. Con el tiempo las ilusiones se desvanecen, la frustración nos invade, y su demagogia reiterativa nos desvía de los verdaderos objetivos. Sí, reducir estará bien. Sí, eliminar estará bien. Pero lo que necesitamos es un cambio de sistema, eliminar este crecentismo, eliminar esta megalomanía y sinrazón capitalista.

Se centra la responsabilidad en el consumo doméstico e individual, y, éste no debe ser ignorado y debe reducirse, pero se desvía la atención del centro del problema: el consumo y emisiones de las grandes empresas y de los ricos.

Consumimos en un sistema de consumo en el que el consumo (valga las redundancias) se convierte en el objetivo, no el satisfacer necesidades. La consumimos porque mantenemos un sistema crecentista, en el que cuenta el crecer, el construir más hoteles y más complejos turísticos, sin parar en si están llenos. En lo que cuenta es crecer en índice de visitas, de turistas, de beneficios. En lo que cuenta es incrementar el número de rascacielos, y rascacielos más altos, sin parar en si están llenos. Y siguiendo con el ejemplo que nos ocupa, el de EAU: manteniendo el mismo modelo (o peor) de consumo turístico, de vuelos y transporte incesante, etc. Nadie lo pone en la mesa. Mientras no cambiemos el modelo y el paradigma, todo lo demás no tendrá relevancia.


Autor: M. Mantxo (A Planeta)


NOTAS:

1Graves, Robert. Los dos nacimientos de Dionisio. Seix Barral 1980 (1964-71). Pag 46

2Jimeno Jurío, José María. Las lenguas escritas y habladas en Pamplona. 1994
https://www.culturanavarra.es/uploads/files/04_FLV68-0051-0068.pdf

2^ Una amiga comparte conmigo la teoría de un arqueólogo que sostenía que la Torre de Babel era una fábula sobre cómo los primeros imperios recopilaban material de todas las lenguas y culturas diferentes de los pueblos que intentaban gobernar, para saber cómo gobernarlos. Como ella misma señala, «es lo mismo que hace google hoy en día». A mí también me gusta.

2*Se estimaba que hablaban más de mil idiomas en Brasil en el momento de llegar los europeos. De ellas ahora sobreviven 274. Entonces se hablaba el tupinambá (una lengua tupí) en la región costera de Brasil, que se conviritó en la lengua franca en esa colonia del siglo XVI al XVIII, y se habló hasta el siglo XIX. Entonces los portugueses impusieron su lengua. Por lo tanto, en esa época, muchas personas hablarían su lengua autóctona, más tupinamba como franca, más portugués como nueva lengua de la administración, e incluso latín en la iglesia. Actualmente se hablan 10 lenguas tupís en la zona amazónica, y el tupí-guarani.

5Ponting, Clive. A new green history of the world – The environment and the collapse of great civilizations. Vintage Originals, 1992. Pag 69-72

6A ello Ponting añade la sustitución de cultivos inapropiados, como fue el sustituir la cebada por trigo que no toleraba tambén esa salinización

8Algunos, como 30 St Mary Axe de Londres o el proyecto Spire en la misma ciudad, apodados así. Otros de forma indiscutiblemente fálica son la Torre de la Princesa y la Torre de la Rosa, la Antorcha, la Corona de los Emiratos, Residencia Damac y Residencia Churchill (todos en Dubai), Torre Agbar de Barcelona o el Burj Doha (Qatar).

10Actualmente paralizada por corrupción, su presupuesto es de 10.000 millones de dólares.

11Aunque aparece en ella Donald Trump, no se trata de su rascacielos, Trump Building, sino del Plaza Hotel, también entonces de su propiedad. Por sicerto, últimamente hay revuelo (uno más) porque el director ha acusado a Trump de imponer el aparecer en la peli por usar su hotel, algo que rotundamente ha negado.

13Ver también “Etxe orratzak, non dago muga?”
https://zientzia.eus/artikuluak/etxe-orratzak-non-dago-muga

14En la actualidad, según su web, Iberdrola renta espacio a 50 compañías, ignorando el tamaño de cada una o cuanto queda libre. Lo que si parece claro es que no está todo completo pues aun permanece el anuncio para alquilar espacios: https://www.torreiberdrola.es/alquiler-de-oficinas/ Un periódico local se hacía eco de los altos precios, «planta de 1.500 m2 por 40.000 euros al mes” (www.deia.eus/bizkaia/2010/09/13/alquiler-medio-planta-torre-iberdrola-5619370.html). El año pasado (2022) obtuvo la mayor ocupación de espacio con un 93% desde que fuera inaugurada en 2009.

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